Día Mundial del Enfermo

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24 febrero 2013

El pasado 11 de febrero se celebró el «Día Mundial de Oración por el Enfermo», escuetamente conocido como «El Día del Enfermo». Esta celebración se instituyó en 1992 por iniciativa del Papa Juan Pablo II, como modelo para que la comunidad cristiana fuera más sensible con el sufrimiento y el dolor del otro; en esta jornada se valida el testimonio de la solidaridad para que pongamos mayor atención a los enfermos y al sufrimiento en el mundo, con la finalidad de procurar un momento breve pero de intensa oración y meditación sobre los enfermos y otras personas que sufren a causa de sus enfermedades o las de sus seres queridos.

En años anteriores durante cada jornada se han tocado aspectos transcendentales de la salud mundial, es así como los temas tratados han sido de gran importancia para la medicina y la salud pública, por ejemplo la compasión y acercamiento que necesitan los pacientes psiquiátricos, que ya se calculan en uno de cada cinco habitantes en el mundo, haciendo de aquellos que sufren enfermedades mentales un grupo en crecimiento y pobremente comprendido; otro grupo ha sido el de pacientes con enfermedades terminales, especialmente aquellos que viven en lugares de pobreza y privaciones, lo cual les causa mayor dolor y sufrimiento.

Este año la celebración corresponde a la XXI edición y se llevó a cabo en el Santuario Mariano de Altötting, distrito de Baviera, Alemania, siendo la meditación sobre la emblemática figura evangélica de El Buen Samaritano y el hecho real de que en más de algún momento debemos actuar de esa manera, reconociendo en el enfermo y en el que sufre, no sólo la angustia y dolor, sino también las carestías básicas para una vida digna.

El Papa Benedicto XVI hizo un llamado a los agentes pastorales y sanitarios, para que todos, incluyendo el enfermo mismo, pueda vivir su estado de enfermedad, dolor y sufrimiento desde una perspectiva de fe, señalando que «lo que cura al hombre no es evitar el sufrimiento, sino la capacidad de aceptar la tribulación, madurar en ella y encontrar el sentido mediante la unión con Cristo, que ha sufrido con amor infinito». De particular atención es el hecho que aun cuando muchos de los enfermos que se congregan en los lugares donde se llevan a cabo estas jornadas mundiales, éstos mantienen su estado de enfermedad después de las celebraciones; sin embargo los asistentes tiene una perspectiva diferente de su enfermedad, que permite a estos y a sus familiares que los acompañan en este proceso evitar la sensación de abandono, infortunio y adversidad que sufren.

A pesar de que esta celebración fue instaurada por el Vaticano, no cabe la menor duda de que todos debemos participar, pues en algún momento nosotros o los nuestros hemos pasado por estados patológico o de sufrimiento. Además con esta fecha también se ha establecido una festividad para agradecer a las personas que de una u otra manera se encargan del cuidado de los pacientes y todos aquellos que sufren. El personal médico, enfermería y paramedico es, sin lugar a dudas, parte de la solución y como tal tenemos un papel protagónico.

Innegablemente esto tendrá un mayor brillo y podrá hacerse realidad si se practica desde un sentimiento totalmente ecuménico. Sea este un pequeño mensaje para que esta fecha no pase nuevamente inadvertida.

*Doctor en Medicina.

aguilarjoya@yahoo.com