Apostándole a la educación

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11 febrero 2013

El Salvador es un paciente que adolece de muchos males, entre ellos la polarización político-ideológica, la inseguridad, la falta de oportunidades y por ende una economía con un panorama incierto. Pero sin lugar a dudas, el no contar con un Sistema Educativo eficiente y proactivo a lo largo de generaciones nos ha limitado y nos sigue afectando hasta hoy.

Cuando vemos a El Salvador con un alto porcentaje de analfabetismo, escuelas y aulas en mal estado, enormes cantidades de niños y jóvenes sin acceso a la educación, muy poca investigación científico-tecnológica, con una nota promedio de 5.0 en la PAES y ausente en procesos de evaluación internacionales, no podemos menos que presagiar el status quo quién sabe por cuánto tiempo más.

Invertir en educación no da ganancia política a ningún partido que haga su pasantía en el poder. Educar debe ser una acción proactiva, en donde los resultados no se verán de la noche a la mañana. Pero si queremos un El Salvador más justo, humano y de autóctonas iniciativas debemos comenzar ahora mismo.

Llama la atención cómo otras naciones han puesto en la cima de sus prioridades la educación. Países como Finlandia, Corea del Sur, Hong Kong, Japón y Singapur, se hallan a la vanguardia en sus sistemas educativos. La historia de algunos de ellos no es muy diferente a la nuestra, dado que se levantaron después de cruentas guerras, intervenciones extranjeras y más. Si en algo se han diferenciado es que asumieron sus propios compromisos y ejecutaron políticas de desarrollo a largo plazo.

Llevamos más de veinte años de la firma de los Acuerdos de Paz y no salimos del estira y encoge de quienes se ocupan primordialmente de defender su propio lado de la cancha. Mientras nos hallemos atrincherados a uno u otro lado, el país no saldrá adelante; seremos miopes respecto al futuro. No debemos, por simples caprichos ideológicos, detener el avance de este bello país, ni mucho menos heredar a nuestros hijos y nietos los males que hoy enfrentamos, y para entonces aumentados.

Como todos sabemos, esto debió comenzar mucho tiempo atrás, pero no se hizo. Desde la colonización, el feudalismo e incluso en la industrialización, el interés por educar a este pueblo ha sido nulo. Demás está decir que un pueblo falto de educación es fácil presa del caudillismo y demagogias políticas. Sin embargo, no debemos olvidar que la realidad de hoy es otra; un mundo globalizado nos ha permitido universalizar la cosmovisión que no se tenía hasta hace algunas décadas.

La ciencia y la tecnología están en las manos de nuestros jóvenes, quienes pueden analizar mejor y hacerse juicios de valor sobre determinados fenómenos de la realidad mundial, no se diga nacional.

Aplaudible será no sólo escuchar propuestas de campaña de los candidatos a la Presidencia de la República, en el sentido de poner como prioridad la educación del país. Apostémosle a la educación invirtiendo más del presupuesto, pero no únicamente en suplir necesidades de corto plazo, sino de plantearse retos que trasciendan en el tiempo. Porque siendo realistas, ¿de qué sirve que un niño tenga zapatos y uniforme nuevo si su escuela carece de los mínimos recursos para llevar a cabo el hecho pedagógico? No se está diciendo que esta acción no tenga sus bondades, pero existen necesidades primordiales que aún no se atienden, como mejorar la infraestructura, más y mejor calidad docente, acercar a los que no tienen acceso y dotar de tecnología nuestro Sistema Educativo.

Nunca es tarde para comenzar, pero iniciemos ya. Dejemos a un lado nuestras diferencias y pongámonos a trabajar por el país que deseamos heredar a nuestros hijos; ellos nos lo agradecerán.

*Pastor General

Iglesia Cristiana Shekina.