El capitalismo, un mar de mercancías

Nuestro interminable impulso por más dinero, más cosas y, en general, “más” y “más”, se ha convertido en un círculo vicioso del materialismo.

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22 April 2019

Mucha gente está preocupada de que las ideas del socialismo se apoderen de la humanidad y coincide en estar segura de que esto sería terrible. Pero el socialismo puede significar muchas cosas. Se escucha que se aplica a economías dominadas por el gobierno, en la práctica algo tan variado como Venezuela, Noruega y China. Sospecho que Karl Marx no consideraría como tales a ninguno de esos países autodenominados socialistas. Con Estado cargante y no extinguido.

Independientemente de los detalles, los temores por este fantasma no tendrían fundamento si hubiéramos hecho la tarea para preservar el capitalismo, ya que los fracasos de éste abren la puerta a otras ideologías.

En teoría, el capitalismo se trata de mercados libres: “libres” en el sentido de que cualquier persona tiene la oportunidad de competir contra alguien más. Y los consumidores deciden quién gana.

Eso no es lo que tenemos hoy en día, ni es eso lo que quieren la mayoría de los “capitalistas” de hoy. Quieren lo contrario: “libertad” para vender sus productos a consumidores que no tienen ninguna opción. Eso puede ser altamente rentable. Algunos de los principales inversores de hoy lo utilizan con bastante éxito. La gran pregunta es si esto es bueno para la economía de todos los demás. La respuesta quizá podría ser diferente.

El punto más amplio aquí es que los “capitalistas” líderes a menudo no son nada de eso, particularmente cuando usan la influencia política para forjar monopolios. Esto no es capitalismo ni socialismo. Es algo completamente diferente: capitalismo de amigos, corporativismo, estatismo corporativo, mercantilismo. Los términos varían. Estos “capitalistas” promueven la concentración de la riqueza que conduce al estancamiento económico, la inestabilidad política y el descontento.

Entonces, si tememos al socialismo estatista, la mejor manera de evitar que se imponga es limpiar el capitalismo. Limpiarlo significa dejar de permitir que las políticas de gobiernos favorezcan a las compañías grandes e influyentes.

Si se desea el advenimiento del socialismo, simplemente hay que actuar como que nada está mal y seguir en el curso actual. El capitalismo falso no funciona para la mayoría de la gente, que eventualmente se cansará y exigirá algo distinto.

Por otro lado, el impulso humano de mejorarnos constantemente motiva a los empresarios a innovar y dar al consumidor cada vez cosas mejores que resuelvan la vida. Nuestro interminable impulso por más dinero, más cosas y, en general, “más” y “más”, se ha convertido en un círculo vicioso del materialismo. Ese mar de mercancías como se nos presenta el capitalismo nos coloca en una carrera interminable por obtener cosas. Sin reflexionar en que quizá es un camino equivocado.

Ese mundo está diseñado de manera que puede frustrar y deprimir. Algunos hasta afirman que la felicidad no es buena para la economía. Si estuviéramos contentos con lo que tenemos ¿por qué necesitaríamos más?

Una economía de consumo, según este enfoque, tiene problemas cuando demasiadas personas deciden que “necesitan” menos. Todos queremos la felicidad, sin embargo, a veces somos incapaces de definir lo que nos hace feliz. Es así que cuando menos lo esperamos estamos corriendo en una rueda sin fin. Llega un punto en el cual la propia felicidad depende de que otros fallen. Tristemente, en Wall Street se piensa de esa manera y produce personas profundamente infelices.

Personalmente, creo que el dinero es solo una referencia, necesario, pero a la vez, como decía Masferrer: maldito. Se usa por conveniencia como unidad de medida, medio de pago y reserva de valor; pero también se convierte en fetiche que embelesa.

Si la felicidad significa tener todo lo que deseamos en la vida, insaciablemente buscaríamos obtener todo lo material, aunque fuesen baratijas.

Exministro de Economía resmahan@hotmail.com