Netanyahu tiene el aval para reelegirse en Israel

Tras las elecciones del 9 de abril, el primer ministro tiene suficiente apoyo para un nuevo periodo. El Diario de Hoy intenta explicar acá la complejidad de este sistema político y sus prospectos principales.

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Con este triunfo, Benjamín Netanyahu superará al histórico líder David Ben Gurion como el primer ministro que sirva por más tiempo. Ya lleva 13 años y va por más.

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20 April 2019

(Antes de leer este artículo, sugerimos leer la breve guía para entender las elecciones en Israel. Además, encuentre aquí las reacciones al triunfo de Netanyahu.)

El primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, ha confirmado sus pretensiones de reelegirse en su cargo, cuando el presidente del país, Reuven Rivlin, le autorizó a formar una coalición de gobierno.

El primer ministro logró, contra muchos pronósticos, agenciarse una importante victoria. En medio de acusaciones de corrupción y enfrentando a rivales de mucho peso, Netanyahu, a quien conocen como “Bibi”, seguirá gobernando por al menos cuatro años más.

Su partido de centro derecha Likud se agenció 35 de los 120 escaños, pero ha concertado alianzas con otros cinco partidos para que su coalición ascienda a 65 representantes (para entender el sistema político israelí, ver recuadros arriba).

Esta coalición está conformada principalmente por partidos con tendencia conservadora y algunos que representan a la comunidad judía ortodoxa. Por su parte, la oposición estará encabezada por el general retirado Benny Gantz y su partido Blanco y Azul, que ofreció una férrea batalla electoral a Netanyahu y quien obtuvo el mismo número de escaños. La diferencia entre ambos es la capacidad de forjar alianzas y en esto “Bibi” triunfó.

Clima electoral

El pasado 9 de abril, 4.3 millones de ciudadanos israelíes acudieron a las urnas. Esto equivale a un 68.46% de los habilitados para ejercer el voto, un 3.9% menos que quienes acudieron a las últimas elecciones.

Esto se debe, en parte, al desencanto con la política tradicional. Además de la sombra de presuntos sobornos a Netanyahu, el ex primer ministro Ehud Barak sirvió una condena por corrupción, el expresidente Moshe Katsav fue condenado por abuso sexual y otros exministros han enfrentado a la justicia por diferentes delitos relacionados a la administración pública.

Sin embargo, el tema que más preocupa a los israelíes es la seguridad, la defensa frente a amenazas externas y a su relación con Palestina, con quien comparten un conflicto desde hace siete décadas.

Aquí es cuando la situación política de Israel se torna complicada. Este estado, fundado formalmente en 1948 ha estado en guerra con prácticamente todos sus vecinos. A lo largo de su historia, sin embargo, ha celebrado tratados de paz y acuerdos fronterizos con la mayoría de ellos. Sin embargo, un conflicto queda por resolver: la partición del territorio entre el Jordán y el Mar Mediterráneo entre Israel y Palestina.

Actualmente, Palestina cuenta con Cisjordania y la Franja de Gaza, aunque este último territorio está actualmente bajo control del partido político y grupo terrorista Hamas. Este espacio, que colinda con Egipto y el sur de Israel, es una tierra en amplia pobreza y en constante enfrentamiento entre militantes de Hamas y el ejército israelí.

En cuanto a Cisjordania, ahí se ubica la sede de la Autoridad Nacional Palestina, con capital en la ciudad de Ramala. Esta es una de las ciudades más importantes de este territorio y desde donde hay una interlocución importante -aunque no siempre fructífera- con las autoridades israelíes para poder solucionar el conflicto territorial.

Por años se ha sostenido que la solución ideal al conflicto es la de dos estados soberanos, pero eso ha enfrentado numerosos obstáculos.

Del lado israelí, se busca establecer garantías de seguridad y que el territorio palestino no será ocupado para enfilar ataques a Israel por parte de enemigos como Irán, Siria o grupos como Hamas o Hezbollah.

Por el lado palestino, se busca respetar las fronteras y que cesen asentamientos israelíes dentro de Cisjordania, lo que ven como una ocupación. Asimismo, buscan soberanía total y no una simple autonomía vigilada por Israel o la comunidad internacional.

El “as bajo la manga” de Bibi

Si bien Netanyahu es un reconocido líder de la derecha israelí, y esta ha tenido históricamente visiones agresivas en cuanto a la resolución del conflicto, durante su carrera él ha mostrado tendencias más moderadas que otros líderes. En noviembre de 2018, incluso estuvo dispuesto a discutir una tregua con Hamas para traer la paz a Gaza, pero esta no prosperó y le terminó restando el apoyo de importantes aliados.

Sin embargo, en esta última elección “Bibi” dio un giro a posiciones más radicales. Una de ellas es la de anexar oficialmente los territorios donde hay asentamientos de israelíes dentro de Cisjordania, territorio que le pertenece formalmente a la Autoridad Nacional Palestina.

Este giro en parte se debió a que enfrentaba un rival peculiar. El carismático Benny Gantz logró articular un partido de centro con posiciones favorables a una solución de dos estados y un diálogo más profundo con Palestina, pero ante la crítica de que era muy blando, explotó su pasado militar y sus numerosas proezas.

Por eso, Netanyahu tornó a la derecha. Además, contaba con una poderosa carta bajo la manga: el apoyo del presidente estadounidense, Donald Trump, quien afirmó que Israel debería ejercer soberanía total sobre los Altos del Golán, una zona que formalmente pertenece a Siria pero que Israel ha ocupado desde hace décadas. Esta zona es de importancia estratégica y militar, protege a Israel de la amenaza iraní y del grupo terrorista Hezbollah, además de ser una importante fuente de recursos para este país.

Política es política y los líderes más hábiles tienden a elegir el bando que ofrecerá votos. En esta ocasión, “Bibi” giró a la derecha y su apuesta fue exitosa. Sin embargo, hay visiones divididas sobre el futuro que podrá tomar su gobierno. Por un lado, hay quienes creen que vienen tiempos radicales y de confrontación, y otros que opinan que “Bibi”, al igual que muchos, aspira a alcanzar la paz y más allá de la retórica gobernará moderadamente.

Independientemente de qué suceda, este país está lleno de complejidades y donde diversos bandos tienen pretensiones legítimas pero al ser mal manejadas, resultan excluyentes entre sí. ¿Qué podrá sacar a la región del conflicto? Primero, aunque suene a cliché, una profunda voluntad política. Segundo, definir qué se puede ceder o sacrificar a cambio de paz. Tercero, garantías de que un acuerdo no dará paso a nuevas vulnerabilidades.

Finalmente, hay una posible luz al final del túnel, aunque aún es joven. En los últimos años ha habido acercamientos entre países de Medio Oriente como Egipto, Arabia Saudí e Israel para hacer un frente común al gobierno de Irán, su satélite en Siria y grupos terroristas aliados como Hezbollah. Esta coalición puede traer un diálogo amplio que incluya a la Autoridad Palestina y un programa de paz que se vea como un producto local y no un plan diseñado en un escritorio lejano.