La dignidad de la mujer

La sujeción Bíblica de la mujer no significa estar de acuerdo en todo, como también no poder expresar libremente su opinión; tampoco significa que viva subyugada y atemorizada.

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19 April 2019

El 8 de marzo celebramos el “Día Internacional de la Mujer”, ocasión en la que reconocemos su valor en la familia y sociedad. Pero históricamente hablando, la mujer no ha sido siempre valorada por las distintas culturas. Platón enseñaba que, “si un hombre vivía cobardemente, sería reencarnado como una mujer, y si esta vivía cobardemente, se reencarnaría en un ave”. Aristóteles consideraba, sin embargo, que la mujer era “una especie de hombre mutilado”; decía: “Las hembras son machos imperfectos, producidos accidentalmente por insuficiencia paterna o por la influencia nociva del viento húmedo del sur".

El Sura 4 del Corán, titulado “La mujer” dice: “El hombre tiene autoridad sobre la mujer porque Alá ha hecho, a uno superior al otro ... En cuanto a aquellas de quienes temen desobediencia, repréndanlas, mándenlas a camas separadas y azótenlas ...”. En la oración matinal judía del Talmud, se daban gracias a Dios cada día porque no habían sido creados gentiles, esclavos, ni mujeres...

Realmente, ha sido el cristianismo el que recuperó el verdadero valor de la mujer. En el siglo XIX, el predicador Carlos Spurgeon relató que una mujer hindú dijo a un misionero: “Seguramente su Biblia fue escrita por una mujer”. “¿Por qué?”, preguntó él. “Porque dice tantas cosas amables para las mujeres. Nuestros maestros nunca se refieren a nosotras sino de una manera despectiva”.

La Palabra de Dios le da la verdadera dignidad de la mujer, ya que “…Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.” (Génesis 1:27) Esto significa que Dios hizo a la mujer con un “toque personal”, fue creada para parecerse a Dios, es decir: inteligente, racional, sentimental, con voluntad propia y del mismo valor que el hombre ante Dios. Los hombres y las mujeres son iguales ante Dios, pero no idénticos. No se debe confundir igualdad con identidad. Somos diferentes y nos complementamos con las cualidades distintivas de nuestra propia sexualidad. “Igualdad de valor no es identidad de rol".

El comentarista bíblico Matthew Henry expresa lo siguiente: “Ella no fue creada de la cabeza de Adán para que fuera superior a él, ni de sus pies para que fuera inferior, sino de su costado para que fuera igual a él, de abajo de su brazo para ser protegida, y de las proximidades del corazón para ser amada”. Pero el pecado original arruinó este diseño. El hombre se volvió machista como consecuencia de la caída. (…él se enseñoreará de ti.) (Génesis 3:16) No dudamos que esta ha sido la razón, del porqué, de la desvalorización de la mujer, a través de la historia. Pero la buena noticia es que el Evangelio ha devuelto el verdadero significado al rol del hombre y de la mujer. El Sacrificio de nuestro Señor Jesucristo en la Cruz, ha sido suficiente no solo para perdonar a pecadores, sino para hacerles nuevas creaturas. (2ª. Corintios 5:17) Es solamente de esta manera que el esposo, en dependencia de la gracia de Dios, puede llevar a cabo su verdadero rol de “cabeza”. “Ser cabeza” de su esposa significa que el esposo le ama, le cuida, le sustenta proveyendo todo lo necesario para ella. (Efesios 5:25) Su interés no es oprimirla, sino ayudarla a alcanzar el máximo potencial de su feminidad.

Por otro lado, la sujeción Bíblica de la mujer no significa estar de acuerdo en todo, como también no poder expresar libremente su opinión; tampoco significa que viva subyugada y atemorizada. La sumisión bíblica es el llamado de la mujer a honrar y afirmar el liderazgo de su esposo, ayudándole a llevarlo a cabo según los dones que por la gracia de Dios ha recibido.

Mi oración es que Dios nos conceda en nuestra Nación, que más personas conozcan el poder transformador del Evangelio y dignifiquen el rol bíblico que Dios le ha concedido tanto al hombre como a la mujer, para Su gloria y el beneficio de nuestra sociedad.

Pastor.