El término inerrancia bíblica se refiere a la doctrina teológica que sostiene que la Biblia está libre de errores de contenido o interpretación, es decir, que la Biblia no puede contener datos equivocados pues es la palabra de Dios expresada en forma escrita.
Para algunos estudiosos de la Biblia, este concepto los llevó a formular afirmaciones atrevidas; ejemplo de esto es la del pastor anglicano John Lightfoot, quien entre 1642 y 1644 realizó cálculos para poder determinar la fecha exacta de la creación del cielo y la tierra. John Lightfoot no era solamente pastor, también era un hombre de estudios académicos, lo que le permitió enseñar en la Universidad Santa Catalina en Cambridge, en el Reino Unido. Con todo esto el pastor Lightfoot calculó que el inicio de la creación del universo fue al anochecer del 12 de septiembre del año 3929 antes de Cristo. Un dato osado y además erróneo, que no expuso una equivocación o alteración en la inerrancia de la Biblia. Simplemente demostró un “error de cálculo” de naturaleza humana en la deducción de las fechas del inicio de la creación.
En la actualidad la mayoría, tanto los científicos como el público no científico, estamos inclinados a aceptar que el inicio del universo sucedió hace miles de millones de años, probablemente unos 14 millardos de años y la Tierra hace un aproximado de 4.5 millardos de años. Sin que esto nos haga dudar de la inerrancia de la Biblia, tal como se menciona en 2 Pedro 3,8: “Para Dios, un día es como mil años, y mil años como un día”.
Una situación similar se generó en los últimos dos siglos, cuando muchos científicos y religiosos han intentado calcular las fechas del natalicio y de muerte de Jesús, apoyándose no solamente en los datos bíblicos, sino también en documentos extra-bíblicos, así como en descubrimientos recientemente realizados por la arqueología, entre otras ramas de la ciencia.
Un ejemplo de estos trabajos lo constituyen las investigaciones de los doctores C. Humphreys y W.G. Waddington, científicos en astro-física y metalúrgica de la Universidad de Oxford, Inglaterra, quienes tomando los datos del Nuevo Testamento y algunos eventos del medio ambiente de la época, creen haber determinado la fecha exacta de la muerte por crucifixión de Jesucristo.
La Biblia menciona la muerte de Jesús en el periodo de víspera de la Pascua de los hebreos. De acuerdo con Levíticos 23, 5, los corderos pascuales eran sacrificados entre las 3 y 5 p.m. del día 14 del mes del Nisán. Esto es un viernes correspondiente a marzo o abril de nuestro calendario. Siendo así que la comida pascual comenzaría al anochecer o a la salida de la luna del día siguiente, es decir, el 15 del mes del Nisán. Esta fecha entre los años 26 y 36 de nuestra era, coincide con el tiempo en que Poncio Pilatos fue procurador de Judea. Según los investigadores, solamente hay dos viernes, entre los años 26 y 36, que coincidan con el día 14 del Nisán. Estos son el 7 de abril del año 30 y el 3 de abril del año 33.
Para afinar el dato, los científicos se basan en un eclipse parcial que coincidió con la salida de la luna y la puesta del sol al final del día, lo que explicaría la oscuridad después de la muerte de Jesús y que refiere Lucas en capítulo 23 versículo 44. Con esos datos se calcula la fecha probable de muerte de Jesucristo el 3 de abril del año 33. La evidencia demuestra que la crucifixión fue el día 14 del Nisán, fecha en que eran sacrificados los corderos de la festividad de la Pascua judía, coincidiendo con lo descrito por San Pablo en 1 Corintios 5, 7. “Porque Cristo, que es el Cordero de nuestra Pascua, fue muerto en sacrificio por nosotros”.
Aunque este es un dato interesante es aún más importante, pues la ciencia aporta por fin una fecha probable de la muerte de Jesús en la cruz. Pero para la mayoría de cristianos, comenzando con los niños de antaño que esperamos con ansias el apareciendo de las cigarras como muestra del inicio de la Semana Santa, solamente para ver “los clavos de Jesús” en el dorso de los insectos o para las personas mayores que ponen sus esperanzas en el anuncio de la Resurrección de Jesús, lo importante no está en la fecha, lo verdaderamente importante está en el significado: Con Jesucristo la muerte nunca tendrá la última palabra. La respuesta final está en la Resurrección de Jesucristo. ¡Felices Pascuas de Resurrección!
Médico y Doctor en Teología