En busca del reino olvidado

Volver a su olvidado reino interior es destino del hombre universal. Aquel que escapa de las multitudes sin memoria que han olvidado el camino a sí mismos, que es el mismo “marga” el sendero hacia “ananda” la iluminación del espíritu. El viajero errante que buscaba la montaña de sí mismo llegó a dudar algunas veces de la autenticidad de los antiguos mapas que llevaba consigo. Como dudando de sí o de su íntima obsesión de llegar a las cimas de fuego. Sin embargo, la gente a quien preguntaba en su trayecto no daba pistas del camino a Rhuna -el fin de su larga travesía. Desconocían o habían olvidado la existencia de esa hipotética región, por la que preguntaba el viajero de la mirada de lejanía. Así —tal vez del ayer, del nunca y del mañana—Kanta reinició el camino hacia sí mismo: aquel reino olvidado, luminosa elevación de su origen. Lo habrían anunciado las estrellas. Era, pues, tiempo de andar, llevando consigo las cartas trazadas en piel de gacela y selladas por un lejano y desaparecido imperio. Aunque nadie recordara aquel lugar perdido en la tiniebla de los siglos. Era sólo el viajero de la rosa ardiente que volvía a decir adiós en pos de su añorada utopía. El hombre universal, buscando el rastro estelar de su interior grandeza.