El mundo bien vale una Catedral

El incendio nos golpea a todos, pero también es un reto para que las nuevas generaciones conozcan qué era y significaba esa Catedral y la reconstruyan inspirados por siglos de fe y valor.

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16 April 2019

"París bien vale una misa” es una frase cuyo origen se atribuye a Enrique IV, un rey protestante y católico al mismo tiempo, con reputación de bueno y justo.

Quinientos años después yo lo parafrasearía diciendo “París bien vale una Catedral” o “el mundo bien vale una Catedral”, porque sin Notre Dame la Ciudad Luz y el mundo no serán lo mismo. Y no es que el emblemático templo con centurias de historia se haya destruido completamente, pero no será fácil reconstruirlo ni recuperar su elegancia gótica y sus rasgos originales.

Un monumento tarda siglos en erigirse y perfeccionarse y minutos para venirse abajo, de la misma manera que la confianza entre los seres humanos. En este caso no fueron minutos sino horas en las que la humanidad vio perpleja y conmocionada cómo el fuego convertía en un infierno la edificación a orillas del Sena, la misma en la que se inspiró Víctor Hugo para su obra El Jorobado de Nuestra Señora de París, que a tantos nos conmovió.

Notre Dame no es cualquier iglesia. Es símbolo de la supervivencia y el desarrollo de la humanidad y mudo testigo específicamente de los cambios en Francia y Europa a través de ocho siglos. Es fe, arte y el deseo de la humanidad por elevarse a las alturas, pero también simboliza la presencia de Dios entre los hombres. La primera piedra fue colocada por el papa Alejandro III en 1163, pero ya los cristianos de Lutecia, la París romana, habían construido el templo dedicado a San Esteban, que fue expandiéndose hasta dedicarse a la Virgen María, Nuestra Señora, Notre Dame.

El incendio nos golpea a todos, pero también es un reto para que las nuevas generaciones conozcan qué era y significaba esa Catedral y la reconstruyan inspirados por siglos de fe y valor.

Notre Dame salió bastante bien librada de la ocupación nazi en París y de que Hitler la incendiara con toda la ciudad, como era la orden dada y que no acató el coronel a cargo de la plaza parisina en la Segunda Guerra Mundial. “¿Arde París?”, preguntó el Führer con dureza. Sólo la mano de Dios y la valentía de los miembros de la Resistencia con fiero coraje como el de Santa Juana de Arco, así como la presión diplomática, hicieron que le temblara la mano al jefe militar de la plaza para ordenar la quema de París, algo que ni los vikingos lograron hacer con toda su maquinaria de guerra y ferocidad años después de Carlomagno.

Pero su equivalente alemana, la Frauenkirche, la Catedral de Nuestra Señora en Munich, no tuvo igual suerte, pues quedó destrozada por los bombardeos. Años después, de los escombros fue levantada y ahora se yergue victoriosa en medio de la ciudad. Esa resurrección esperamos para Notre Dame.

Lo que le ocurra a Francia siempre conmoverá al mundo libre, porque Francia simboliza la lucha por la libertad y los derechos humanos, incluyendo la libertad de religión y conciencia.

Afortunadamente se informa que se ha ofrecido una lluvia de donaciones millonarias para reconstruir la Catedral, lo cual es maravilloso y necesario. La humanidad debe recobrar y resguardar sus tesoros arquitectónicos, pero también es momento de pensar en nuestros hermanos más necesitados en el planeta. Así como se ofrecen donaciones millonarias por Notre Dame, esfuerzos similares deben hacerse también por las víctimas de la hambruna y las enfermedades en África, en Asia y aquí no más en Venezuela, los “templos vivos”, diría San Pablo. De lo contrario, será como el emperador Constantino, que construyendo catedrales y templos trató de acallar su conciencia por los crímenes que cometió, incluido el de su hijo.

Ciertamente un pasaje de la Biblia dice que Dios “no habita en templos hechos por mano de hombre”, pero seguramente que se solaza viendo la creatividad y la inspiración del hombre en construir formidables obras para buscarlo y adorarlo. Lo uno no invalida lo otro. París bien vale una Catedral. Notre Dame bien vale el mundo entero.

Periodista