Lo de siempre

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15 enero 2013

Hemos convertido el año nuevo en una oportunidad para tratar de recobrar la esperanza perdida y fortalecer la fe en el futuro. Siempre comenzamos el año llenos de nuevos bríos y con una renovada confianza en el que comienza a transcurrir. Lo triste, a veces de forma abrumadora, es lo fácil que volvemos como país a caer en lo mismo de siempre. El inexorable tiempo hace sentir rápidamente su peso inclemente. Volvemos a sentir la pesada inercia del pasado.

Las páginas de los periódicos y la blogosfera rápidamente se llenaron durante las primeras semanas del año de eventos que muestran la falta de respeto a la ley y a la institucionalidad en el país. Pareciera que siempre regresamos a la ley del más fuerte o del más vivo. No importa robar, lo que importa es que no te descubran. No importa violentar los derechos de los demás, lo que importa es conseguir lo que quiero, aunque sea a base de ser ganguero y matón.

El caso de los buseros, el caso de los veteranos militares, el caso de los vendedores de la calle, el caso de Tony Saca y su interés en regresar a ser presidente, el caso de los magistrados en la CSJ y la Sala de lo Constitucional…

Todos los días las noticias que nos inundan y que condicionan nuestra esperanza son devastadoras. Requiere una férrea voluntad y una fe profunda en los seres humanos para mantener con entusiasmo la lucha por construir un El Salvador más digno, más humano y más libre.

¿Cuánto tendremos que esperar para ver nacer a un líder que sea fiel a la verdad? ¿Cómo es posible que miles y miles de compatriotas continúen creyendo en cantos de sirena? ¿Por qué preferimos conformarnos con medidas populistas y no nos decidimos a invertir seriamente en la transformación del país? ¿Vamos a seguir siempre esperando llegar a tener la guayaba para entonces componernos?

Necesitamos ser fieles a la verdad y comenzar a desempolvar prácticas políticas que construyan y no que destruyan. Hay amigos que me critican, porque dicen que nunca critiqué a gobiernos anteriores. Mala pata la mía que comencé a escribir hasta enero del año 2009. Y, que conste, mucho de lo que critico también ocurrió en gobiernos de derecha, aunque quizás no enarbolaban con tanto garbo como este gobierno las banderas del cambio, del respeto a la ley, de la institucionalidad, de los derechos humanos.

Por supuesto que culpa de esos desaciertos de los pasados gobiernos de derecha es que ha costado tanto defender la institucionalidad de los ataques recibidos por muchos actores durante la gestión de este gobierno de izquierda. El país necesita refrescarse. La política sigue inundada de parásitos, de personas aduladoras y serviles, de vivianes. Comienzan a verse nuevas personas que han dado muestras de generar un cambio, aunque todavía son pocas.

Observar cómo dirigentes de partidos como el PDC y el PCN están babeando por ser parte de la gran alianza que llevaría a Tony Saca como candidato es una muestra más de la podredumbre. No importa el precio, lo que importante es mantenerse en el poder. No importan los pecados del pasado, lo que importa es si su popularidad nos garantiza continuar mamando de la teta del Estado.

¿Cuándo vamos a llevar a la política a personas nuevas que estén dispuestas a sacrificarse temporalmente por el país? Deberíamos prohibir que un ciudadano pueda continuar eternamente en posiciones de elección popular por simple salud del sistema político. No importa que sean alcaldías o diputaciones, lo que importa es lo que sirva al país.

Ojalá este 2013 nos permita comenzar a conocer a una nueva casta de políticos que nos ayuden a cambiar al fin al país.

*Columnista de El Diario de Hoy.