No a la fuga de profesionales de la salud

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13 April 2019

Por Luis Francisco Rodríguez

El límite entre el deseo de mejorar las instituciones de Salud con justicia y el sentimiento de venganza o revancha política se vuelve indefinible con la emoción de la llegada de un nuevo gobierno. Los que vivimos en el Seguro Social el inicio del gobierno del Frente fuimos testigos de la fuga de profesional más grandes de la historia de esta institución.

Hoy se avecina la misma historia que vivimos hace 10 años: emoción de los que llegan e incertidumbre de los que están. El nuevo partido que llegó al poder se repartió, cual Fidel y sus comandantes al bajar de la Sierra Maestra, los altos cargos de la institución, en su mayoría, quedaron a miembros del sindicato de médicos, muy capaces en sus experticias clínicas. Nombraron a directores y jefes muy motivados por mejorar los servicios que el Seguro presta, pero con poco o nada de conocimientos administrativos para dirigir la semi autónoma más grande en prestación de servicios de salud. Enarbolaron la bandera de que ya no habría más falta de medicamentos ni mala atención al derechohabiente; de mejoras salariales a los médicos y trabajadores; de no más jefes déspotas con persecución laboral entre otros males.

No tardaron tiempo en darse cuenta de que para administrar y gerenciar instituciones de gobierno o de una semi autónoma no bastan la emoción y el deseo de hacer bien las cosas. Poco a poco fueron cayendo en la cuenta que para volver eficiente una institución no se puede sustituir a los cuadros administrativos formados con esfuerzo e inversión pública. La carrera de medicina y sus especialidades tienen un alto costo de producción; no solamente por los años de estudio para obtener un título, los médicos sabemos que esto es solo el principio y también somos conscientes que toma al menos 5 años después de graduado el madurar la especialidad.

Endocrinólogos, reumatólogos, anestesiólogos, administradores hospitalarios, cirujanos, oftalmólogos, entre otras especialidades, al ver ese deterioro, se desmotivaron y decidieron abandonar la institución o tristemente fueron desplazados de manera indigna a funciones de bajo perfil, aunque estaban en su época de máxima madurez profesional. Resultado de esto: decremento del nivel de atención a los pacientes; mayores complicaciones intrahospitalarias; ineficiencia en el sistema de abastecimiento y distribución de insumos y medicamentos; aumento de quejas y protestas de médicos y trabajadores; ineficiencia de la gestión hospitalaria; mayor gasto en capacitar nuevo personal administrativo, nuevos directores, nuevos cuadros de especialistas, etc.

Y luego de tocar fondo y entrar a una fase de estabilización institucional, corremos peligro de volver ese maligno circulo vicioso de cambiar todo el aparato administrativo institucional, solo porque hay un gobierno nuevo. ¿No se dan cuenta que haciendo los mismos procesos no obtienen resultados diferentes? No se puede evaluar con criterios políticos cada puesto y su competencia. Si está haciendo un buen trabajo, que continúe, y paremos ese circulo vicioso de ineficiencia y servilismo partidiario. Lo que se debe buscar es desideologizar los puestos públicos, y la fidelidad del trabajador después de unas elecciones debe estar con la institución pública donde labora y no hacia el partido político que apoyó.

Conozco a muchos médicos, profesores y excompañeros con ideología política que no comparto, pero que se han ganado el puesto, entregados por completo a sus funciones, buscando el bien de la población. Atienden con alto nivel de honestidad, sacrificio y capacidad desarrollada en el ejercicio de sus actuales puestos de trabajo. De verdad vale la pena mantenerlos en sus puestos por su mística de trabajo. Dejaron de ser neófitos, son profesionales ya maduros y muchos en edad altamente productiva. No hay que desaprovechar esta cosecha de profesionales, pues seria volver a las prácticas del pasado y un nuevo retroceso de la institución. Mejor quitémosles el mote de ostentar puestos de dedo o por estar bien con el partido de turno. Hay que cambiar solo aquellos que no tengan las competencias para el puesto al que están asignados, moviéndolos a otros puestos, pero con dignidad, sin revanchismo, no motivado por sentimientos de castigo. No perdamos el tiempo en poner gente otra vez a aprender, ya tenemos claro que no hay institución que prospere o se desarrolle si se malgastan o se roban los recursos, dejemos de echarles la culpa a los trabajadores y servidores públicos de la salud, basta de generar división en el gremio y de promover chismes de pasillos, porque al final todo el malestar, la incertidumbre laboral y los efectos negativos de estos reacomodos los paga la población que tenemos obligación de atenderla.

Médico.