Con gratitud y pesar: “¡Que no callen las mujeres!”

Si este artículo sirve para que una mujer, una tan sola mujer que sufre de cualquier tipo de violencia denuncie y salve su vida, me daré por satisfecho.

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10 April 2019

Con gratitud y amor eterno” reza el recuerdo que la madre de Rosa María Bonilla sostiene en sus manos.Ella grita con toda su alma: “¡Que no callen!”, el contundente mensaje de la madre de la doctora asesinada hacia las mujeres que sufren violencia.

Este artículo es un homenaje póstumo a la colega, la doctora Rosa María Bonilla, quien fue víctima de otro feminicidio en este país que ocupa el primer lugar en feminicidios en el mundo, nuevamente a manos de su pareja, un sin nombre.

Según la enciclopedia Palmar, hay tantos tipos de violencia contra la mujer como colores: violencia psicológica, violencia sexual, violencia patrimonial y económica, violencia simbólica, acoso u hostigamiento, violencia doméstica, violencia laboral, violencia obstétrica, violencia mediática, violencia institucional, la prostitución forzada, esclavitud sexual, el acoso sexual, la violencia en pareja, la violencia comunitaria y la esterilización forzada.

Cuando la madre de Rosa dice a otras mujeres “¡que no callen!” resume la actitud que debe prevalecer en cada mujer cuando las señales de violencia empiezan a aparecer; la violencia contra la mujer existe en todas las clases sociales. Eso vale la pena remarcarlo. Ni la opulenta pareja se libra de tal aberrante patrón ni la pobre mujer, ¡ninguna!; pero en un país donde hemos sido rebasados por la violencia y hemos llegado a una insensibilidad tan enfermiza que nada parece asombrarnos, dice mucho de nuestra sociedad.

Lamentablemente la definición de feminicidio existe si cobra la vida y muerte, si hay cadáver; sin cuerpo no hay feminicidio. Así de mal las cosas porque cuando una Rosa es arrancada de tajo y asesinada, las cosas llegaron a sus últimas consecuencias y nada queda por hacer, pero ¿qué pasa con tantas Rosas que día a día son acosadas por sus jefes?... Sociedad en modo silencio. ¿Qué sucede cuando una “Rosa” es despedida de un hospital a tres meses de obtener su especialización?: Sociedad en modo cobardía. ¿Qué pasa cuando varias Rosas son truncadas en sus sueños por no acceder a las pretensiones de jefaturas? Sociedad en modo indolente... Repito las valerosas palabras de la madre de la colega: “¡Que no callen!”. Al primer indicio de cualquier tipo de violencia la mujer debe acudir a la Policía Nacional Civil, a la Fiscalía a denunciar a su agresor masculino.

Pero aquí viene la trama macabra: aquel hombre que en apariencia debe tomar la denuncia en la Fiscalía General de la República o en la Policía ejerce el peor feminicidio disfrazado de autoridad, ya que en apariencia debe proteger a la mujer pero da largas al asunto. ¡Casi se culpa a la mujer por permitir ser golpeada! Ese director de institución pública que antes de asumir ese temporal cargo es padre y es esposo también ejerce el feminicidio “solapado” cuando despide sin el proceso legal a una mujer embaraza y a otra por no acceder a sus insinuaciones: sociedad en modo rastrero. Mujeres en modo cómplice. ¿Qué podemos esperar de la sencilla mujer que trabaja en una maquila y no accede a las pretensiones del sin nombre? Muy poco.

No puedo entender el dolor de la madre de Rosa. Solo sé que una madre daría su vida a cambio de la vida de su hija; por eso insisto que si este artículo sirve para que una mujer, una tan sola mujer que sufre de cualquier tipo de violencia denuncie y salve su vida, me daré por satisfecho. Como hijo, esposo y padre, mi mayor deseo sería que nunca hubiera un feminicidio más; sin embargo, para quienes lean estas líneas vale la pena aclarar: “Si una muerte se evita cuando una mujer agarra valor y denuncia, se aleja del sin nombre, estas líneas habrán valido la pena”. El sin nombre estará 50 años encerrado pero no devuelve la vida a Rosa. Nunca más otra Rosa. Este artículo nace después de leer El Diario de Hoy del viernes, 29 de marzo, pagina 6.

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