Nuestros compañeros de viaje

Los perros y los gatos se convierten en miembros de la familia. Nos quieren, nos acompañan, nos hacen reír, nos consuelan y, sin titubear, están dispuestos a dar la vida por nosotros. ¿De cuántas personas podríamos decir todas estas cosas?

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05 April 2019

La calidad humana de una persona se puede juzgar de acuerdo con diversos parámetros. Para mí uno de los más importantes es por el respeto que tiene hacia los animales. Si veo o sé de alguien que cuida o ayuda de alguna forma a los seres que comparten con nosotros el planeta Tierra mi predisposición se inclina inmediatamente a su favor. Por el otro lado, hay pocas cosas que me indignen más que ver a alguien maltratando a un animal o provocando su sufrimiento por negligencia. Mi posición está principalmente al lado de los animales domésticos, pero llega a todos, incluidos los salvajes y los que se crían para satisfacer necesidades alimentarias.

Alguien dijo que si los mataderos tuvieran paredes de vidrio habría más vegetarianos en el mundo, o al menos no se comiera carne tan a gusto. Sin pretender que la población se vuelque exclusivamente a los vegetales (yo mismo no lo he hecho, aunque mi consumo de carnes rojas ha disminuido drásticamente), pues entiendo que nos han criado con tendencias omnívoras y cierta cantidad de proteína animal es esencial para una dieta balanceada, al menos se podría solicitar que las autoridades competentes indagaran sobre el trato que se les da a los animales en los mataderos y dieran una certificación a los que han adoptado medidas que reducen en todo lo posible el sufrimiento animal. Existen técnicas disponibles y en muchos lugares se han venido utilizando desde hace tiempo. Y las personas responden, prefiriendo comprar en comercios que muestran interés en estos temas. ¿Algún diputado dispuesto a tomar la iniciativa?

Mi intención con este artículo era comentar únicamente sobre el trato a los animales domésticos, pero al investigar sobre el tema se presentó de forma ineludible lo demás, y exponer la realidad completa es cuestión de consciencia.

Con los animales domésticos la cuestión del trato es aún más cercana pues son seres que comparten nuestra vida. En el caso de los perros nunca ha dejado de causarme admiración su afinidad con el ser humano, que llega a extremos sorprendentes. En efecto, los perros se han identificado tanto con el humano que incluso lo prefieren a su propia especie, lo que parece hasta antinatural. Es como si cierta parte de ellos se hubiera vuelto también humana. Los gatos no dejan de tener un espíritu más independiente, que recuerdan a sus familiares salvajes, pero también han adoptado al humano como compañero de viaje.

Los perros y los gatos se convierten en miembros de la familia. Nos quieren, nos acompañan, nos hacen reír, nos consuelan y, sin titubear, están dispuestos a dar la vida por nosotros. ¿De cuántas personas podríamos decir todas estas cosas? Desde el punto de vista de la salud se ha determinado que las personas que tienen mascotas no solo viven más, sino que viven más felices. Su efecto sobre la salud mental tiene muchas razones, entre ellas la devoción sin límite e incondicional que muestran, tan intensa que se siente de inmediato. Un niño podrá ser el menos popular de su clase, tener pocos amigos y hasta ser visto con desdén, pero al llegar a casa su perro lo recibe como a una superestrella, como el ser más importante del mundo. Y eso es algo que tiene mucho valor.

Por todas esas cualidades es inconcebible que se los maltrate, y son admirables las personas que sacrifican tiempo y energía para cuidar a los que necesitan socorro.

Médico siquiatra