La Política Fiscal

En los años del FMLN enormes cantidades de dinero se dedicaron a emplear correligionarios de ese partido que no dan ningún valor agregado a la ciudadanía. En realidad, en vez de ayudar, estorban. De esta forma, mientras el FMLN contrataba más gente de su partido para trabajar en el Estado, peores se han vuelto los servicios que el gobierno presta a la sociedad.

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04 April 2019

Mucha gente se preocupa mucho por la política fiscal pero entiende por política fiscal solo una o quizás dos de sus varias dimensiones. El motivo mayor de su preocupación es la diferencia entre los ingresos totales y los gastos totales. Si los ingresos son mayores, hay un superávit; si los egresos son mayores, hay un déficit. El déficit naturalmente tiene que ser cubierto con préstamos de alguien más —como los bancos que le prestan dinero al gobierno, o como los inversionistas que compran bonos emitidos por el Ministerio de Hacienda. Esto implica que cualquier déficit aumenta la deuda del gobierno. Cuando esta aumenta, los pagos de intereses se van aumentando, dejando menos dinero para gastarlo o invertirlo en otras cosas, como construir escuelas u hospitales.

El mantener los déficits bajo control, pues, es indispensable. Pero mantener esa disciplina no es la única dimensión importante de la política fiscal. Es sólo un requisito, como decir que el carro que se va a usar para un viaje tiene que tener llantas buenas. Hay al menos otras dos grandes áreas que forman la esencia de la política fiscal, las que definen hacia donde irá el carro: los efectos económicos y sociales de los impuestos, y los de los gastos del gobierno.

El objetivo principal del gobierno es ayudar al crecimiento económico y al desarrollo social de la población. El volumen y la composición de los impuestos tienen un impacto enorme en los incentivos para la inversión y en el volumen de los recursos que el sector privado (entendiendo por éste no sólo las empresas grandes sino todas, incluyendo a todos los individuos que no trabajan en el gobierno) tiene para gastar e invertir. Si los impuestos se elevan, los recursos de inversión del sector privado se disminuyen, y con eso la posibilidad de crear empleos en la economía. El tipo de impuestos también es crucialmente importante. Hay algunos impuestos que reducen más las posibilidades de inversión y crecimiento que otros.

El otro aspecto crucial es el ligado al volumen y la composición del gasto público. Estos gastos son la razón por la cual existen las finanzas públicas y los ministerios de hacienda y por los cuales se cobran impuestos. Es a través de estos gastos que se vuelven concretas las políticas del gobierno. Es a través de ellos que se invierte o no en educación, salud, seguridad pública, infraestructura pública, etc.

En El Salvador, con algunas excepciones, los presupuestos se han manejado por acumulación de gastos año con año —es decir, tomando lo que ya se gasta como dado, y sumándole lo que piden los ministros que más gritan, o lo que se puede financiar con los préstamos más fáciles de conseguir. En los años del FMLN enormes cantidades de dinero se dedicaron a emplear correligionarios de ese partido que no dan ningún valor agregado a la ciudadanía. En realidad, en vez de ayudar, estorban. De esta forma, mientras el FMLN contrataba más gente de su partido para trabajar en el Estado, peores se han vuelto los servicios que el gobierno presta a la sociedad.

El resultado de todo esto han sido presupuestos que no ayudan al desarrollo del país y que en muchas instancias lo obstaculizan. Y cada vez queda menos dinero para hacer las cosas que son necesarias para dicho desarrollo. De esta forma, a nadie le debería sorprender que a pesar de que la ciudadanía paga sustanciales impuestos, la educación, la salud, la seguridad, la seguridad y los servicios públicos en general son muy deficientes.

Lo que se requiere es establecer objetivos bien claros de lo que el gobierno quiere hacer para ayudar al desarrollo de largo plazo del país, y revisar el presupuesto entero, no solo su crecimiento, para eliminar actividades que no contribuyen a estos objetivos, para incluir las que sí van a contribuir, y mantener el déficit dentro de los límites de la prudencia financiera. Un cambio de gobierno como el que viene es el momento más adecuado para hacer esto.

Máster en Economía Northwestern University