Rosas

“La obediencia pasiva no era suficiente. Rosas quería un apoyo absoluto y activo de todas las instituciones del país, desde la Sala de Representantes, las cortes de justicia, la burocracia, la prensa, la Iglesia, los militares, hasta de los patrones y los peones. Como Rosas controla todas las instituciones del Estado y la sociedad, no había tolerancia para la oposición, ni tampoco oportunidad alguna (…) Oponerse a Rosas era un crimen, casi de lesa majestad, y no tenía perdón”. La neutralidad era traición.

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03 April 2019

El 6 de diciembre de 1829 Juan Manuel de Rosas asumió la primera gobernación de Buenos Aires.

Nominalmente era un gobierno federal, pero el historiador británico John Lynch lo describió así: “El rosismo era menos una ideología que un grupo de intereses, un foco de propiedad antes que de principios”.

Su verdadero objetivo era controlar la fuente de poder y riqueza de la Confederación Argentina: la tierra. Así lo contó Domingo Sarmiento: “¿Quién es Rosas? Un propietario de tierras; ¿Qué acumuló? Tierras; ¿Qué dio a sus sostenedores? Tierras; ¿Qué quitó o confiscó de sus adversarios? Tierras”.

Rosas asumió la gobernación con la condición de que se le otorgaran poderes extraordinarios. Su dictadura terminó en 1852.

John Henry Mandeville, diplomático británico, en una carta de 1842 contaba que el caudillo le decía: “Aquí no hay una aristocracia que apoye a un gobierno; son la opinión pública y las masas las que gobiernan”. Rosas era un populista con todas sus letras.

Impuso el culto a la personalidad. Lynch nos cuenta: “La adulación se convirtió en idolatría, y los retratos del Restaurador ocuparon los altares de las principales iglesias”.

Lynch narra cómo el absolutismo marcó los gobiernos de Rosas: “La obediencia pasiva no era suficiente. Rosas quería un apoyo absoluto y activo de todas las instituciones del país, desde la Sala de Representantes, las cortes de justicia, la burocracia, la prensa, la Iglesia, los militares, hasta de los patrones y los peones. Como Rosas controla todas las instituciones del Estado y la sociedad, no había tolerancia para la oposición, ni tampoco oportunidad alguna (…) Oponerse a Rosas era un crimen, casi de lesa majestad, y no tenía perdón”. La neutralidad era traición.

El Restaurador se adelantó un siglo a Hitler y Goebbles. “La propaganda era un ingrediente esencial del rosismo; unos pocos y sencillos eslóganes reemplazaban a la ideología”, nos cuenta Lynch. Y en esa lógica, Rosas entendió que apropiarse de un color era estratégico: “El rojo era el color, y todo era rojo. Los soldados usaban chiripás rojos, gorras y chaquetillas también rojas, y sus caballos estaban engalanados en rojo”. Incluso los ciudadanos debían vestir una cinta roja. El decreto del 27 de mayo de 1831 disponía que el emblema colorado era “señal de fidelidad a la causa del orden, de la tranquilidad y del bienestar de los hijos de esta tierra, bajo el sistema federal, y un testimonio y confesión pública del triunfo de esta sagrada causa en toda la extensión de la República, y un signo de confraternidad entre los argentinos”.

Pero la nota más trágica de su gobierno fue el terror. De manera paralela al Estado se creó una fuerza de choque: La Mazorca.

La Mazorca era una horda de seguidores rosistas dedicada a la intimidación y el terror. “Realizaban registros casas por casa, destruían todo lo que fuera azul e intimidaban a los propietarios; arrestaban; torturaban; y mataban. La Mazorca llegó inclusive a aterrorizar a la asamblea”, dijo Lynch.

En una carta de 1845 el general irlandés John Thomond O’Brien dijo sobre La Mazorca: “La Mazorca, afiliación secreta en apoyo del gobierno de Rosas, deriva su nombre del cuerpo interior del maíz, una vez quitados los granos, y ha sido utilizado por los miembro del club como un instrumento de tortura del que su señoría puede tener una idea si trata de recordar la agónica muerte infligida a Eduardo II”.

En fin, siempre resulta interesante recordar historias como la de Juan Manuel de Rosas. Y es que debemos tener en cuenta que, a veces más a veces menos, como dijo Mark Twain, la historia no se repite, pero rima.

Abogado @dolmedosanchez