Quemando las velas de su viaje

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31 March 2019

“Buscando las montañas encontré el amor —dijo el arquero a la mujer amada —. La vida es así. Para llegar a los montes, debes antes encontrar el amor en tu camino. Soy cazador de ciervos y de tigres, pero desde hace un tiempo soy cazador de montañas”. “Deja de buscar montañas, extraño viajero —dijo Macara, abrazándose a él—. Quédate conmigo a recoger el oro del sagrado torrente”. El arquero vio quemarse las velas de su viaje hacia los montes. Estaba enamorado. Nuevamente el Sansara (desierto de la vida) interrumpía su éxodo celeste a los montes. La mujer agregó: “Vivo con mi padre, Yafo, el pescador. No recoge oro como los demás porque es ciego. Un día se encontró con un animal fabuloso que deslumbró sus ojos con su quemante mirada. Sólo puede ver los peces del caudaloso Ares. He sido fiel a él, pero siempre esperé tu amor. Mi vida ya esperaba tu vida. Olvida tu extraño viaje a las montañas. Quédate conmigo a recoger el oro del Ares. Iremos a vivir al borde de sus orillas, siempre florecidas”. “¿Y qué pasará con Yafo si le dejas, perdido en la noche del profundo río?”, preguntó el arquero. “Siempre supo que me iría cuando este momento llegara. Me dio la vida, no mi sueño. Él es señor del Ares, su río interior y lo conoce mejor que los pescadores de los ojos abiertos. Sabrá vivir sin mí”. El arquero cerró sus ojos y vio a los montes.