A este momento de la evolución de los hechos y con la ley casi a punto de publicarse (publicación retrasada por la huelga del Diario Oficial), los que me han seguido en mis artículos saben y lo digo abiertamente, que mi persona, junto a la de mi cónyuge, fuimos los artífices de la Ley Especial para la Regulación de las Prácticas Clínicas de los Estudiantes de Internado Rotatorio, Año Social, Médicos y Odontólogos Residentes en Proceso de Especialización, emitida el 9-I-2019.
¿Que no salió redactada como nosotros queríamos en cuanto a que algunas de sus disposiciones violan preceptos constitucionales, derechos humanos y tratados ratificados por El Salvador ante OIT como lo referente a los horarios laborales? Es cierto, pero esto fue decisión de diputados de Comisión de Salud y sus asesores, no nuestra. Nosotros redactamos una propuesta respetuosa de todos esos cuerpos normativos y tenemos la copia por si alguien le interesa.
Sin embargo, logramos una ley de avanzada en este campo del quehacer humano y nacional como es la salud pública: una ley donde se disminuyeron los horarios laborales, se eliminaron los “castigos” con privación de libertad y otros muchos detalles básicos para el fin teleológico de una adecuada atención sanitaria en El Salvador.
¿Que hay colegas molestos con esta ley alegando que sin maltrato, sufrimiento, turnos y horarios extenuantes, no se aprende bien? ¿Que alegan que solo la dificultad para estudiar, como método de aprendizaje y amor al sacrificio -sacrificio al punto de destruir la salud mental y física como una manera de demostrar la “vocación” y el espíritu de entrega para los más necesitados- y que además es la práctica y no la teoría la que forma a un profesional?: ¡Los hay!
Comprendemos su falta de información, su deficiente conocimiento de fisiología cerebral y de cómo se crean destrezas y habilidades mentales producto de interconexiones neuronales y neurotransmisores que toman su tiempo en darse y tienen como base una oxigenación adecuada; comprendemos su desconocimiento en los efectos de la violencia psicológica (que ellos mismo sufrieron) y falta de sueño; y como esa violencia psicológica que se origina en el trato que dan los tutores, profesores y autoridades hospitalarias a los estudiantes y trabajadores de los nosocomios genera el trato violento y la indiferencia que después los estudiantes, médicos y demás trabajadores de salud van a dar a los pacientes que acuden a dichos sanatorios en busca de ayuda. Comprendemos todo esto.
Si todavía, a pesar de la información difundida, hay personas, de todo nivel educativo, bajo y alto, que creen que pegándoles a los niños éstos se van a convertir en personas de bien, ¿cómo no vamos a comprender que existan colegas que todavía estén convencidos de que la violencia es lo que convierte a los estudiantes en científicos habilidosos y es método perfecto e ideal de formarlos con todos los conocimientos científicos necesarios y la actitud humana pertinente para realizar su trabajo?.
Esta ley contiene elementos, aparte de que disminuye los horarios esclavistas diarios, semanales y de los turnos; que obliga a tutores y a autoridades de hospitales públicos, a que sean los médicos y especialistas formados quienes estén a la par de los aprendices para orientarlos y vigilarlos de tal manera que realicen bien el trabajo que hacen en el cuerpo de otras personas humanas.
Y es que, ¡por favor!, estamos hablando de que las prácticas se hacen en los cuerpos de humanos de carne y hueso. ¡No me vengan a decir que solo porque no tienen el dinero para pagar atención privada donde no practiquen en ellos, tiene obligación esta gente a que se estén haciendo pruebas y experimentos con sus cuerpos!!!! Eso es anacrónico científicamente y violatorio de derechos, jurídicamente.
Finalmente, debe conocerse que sin el respaldo de la Asociación de Mujeres Universitarias de El Salvador (AMUS) no habríamos podido solicitar la iniciativa de ley en la Asamblea Legislativa. ¡Hasta la próxima!
Médica, Nutrióloga y Abogada
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