Turbas de acosadores digitales no le hacen bien al nuevo gobierno

Al perseguir la crítica, los señalamientos de la gente, la opinión de diversos grupos, antagónicos unos, neutrales otros, los gobiernos quedan navegando en la oscuridad, sin conocer las consecuencias de sus actos y medidas y, por lo mismo, más expuestos a tropezar y hundirse en un estercolero

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27 March 2019

La embajadora Manes ha declarado que para Estados Unidos el desarrollo económico de nuestro país es el principal objetivo de su política hacia El Salvador.

Por esa razón el presidente electo fue acogido por altos funcionarios y visitó la Fundación Heritage, donde se concluyó que la solución a los problemas de El Salvador está en la confianza de todos en la ley, en un sistema de libre mercado y en contar con un gabinete de profesionales capaces.

Pero no compagina con una democracia que un presidente tenga en su defensa a grupos de matones que muelan a palos a sus críticos y opositores, como los Tonton-Macoutes de “Papa Doc” y “Baby Doc”, los Duvalier de Haití.

“Los amigos de Nayib” y la turba acosadores digitales son el equivalente cibernético de los Tonton-Macoutes, como lo demuestran entre otros el diluvio de insultos y descalificaciones que recibió Erika Saldaña, una distinguida abogada especialista en Derecho Constitucional, cuando criticó procederes del presidente electo.

Y esto se repite una y otra vez: la menor crítica a Bukele desata una avalancha de improperios cibernéticos, lo que, quiérase o no, vulnera gravemente una libertad esencial para toda democracia, la libertad que tutela el resto de libertades inalienables de toda persona: la libertad de expresión.

La misma suerte corrió un editorial de la Universidad Centroamericana (UCA), que los acosadores digitales lograron bajar al denunciarlo en masa.

Flaco favor le hacen al nuevo gobierno, como aquello de “no me defiendas, compadre”. Al perseguir la crítica, los señalamientos de la gente, la opinión de diversos grupos, antagónicos unos, neutrales otros, los gobiernos quedan navegando en la oscuridad, sin conocer las consecuencias de sus actos y medidas y, por lo mismo, más expuestos a tropezar y hundirse en un estercolero. Y es lo que sucedió con los efemelenistas, que durante todos los infaustos años en que ejercieron el poder, no cesaron en sus meneos para amordazar, intentar manipular información, perseguir a quienes les criticaban.

Se necesitan planes y funcionarios capaces de revertir el desastre

Hasta el momento el presidente electo no ha dado a conocer su plan de trabajo, pero esperamos que sea un paquete de proyectos capaz de superar los daños que el saqueo y la colosal inepcia de dos sucesivos gobiernos efemelenistas han dejado. Solo capaces funcionarios pueden llenar ese vacío: pasar de vagas promesas a un programa que compagine aspiraciones con realidades.

No se trata de llenar cuotas partidarias sino de nombrar en carteras de gobierno y entidades públicas, a las personas más capacitadas para desempeñar las funciones que les corresponden, pues son dineros de salvadoreños los que pagan a esos funcionarios, no patrimonio de un presidente o un partido. Cada funcionario que asume debe rendir una declaración de sus bienes y contar con un finiquito de haber desempeñado otros cargos, para que al final de su gestión demuestre que no se ensució.

Que dentro del partido de gobierno haya personas capaces de desempeñarse en algún cargo no viene al caso, pero tales aspirantes deben demostrarlo con su trayectoria de vida, sus títulos y estudios realizados, previos desempeños, etcétera. Que sean apreciados y conocidos en su vecindario no necesariamente los capacita para ejercer con decoro una función pública.

Tampoco vale lo de “no me den nada pero pónganme donde haya”.