Ucrania remueve de raíz su pasado totalitario

El gobierno de Ucrania ha prohibido que el cabecilla del partido comunista, Petró Simonenko, lance su candidatura para presidente, señalando que sus seguidores son violentos, cargados de odio y por lo mismo criminales que destruirían la nación.

descripción de la imagen

Por

25 March 2019

Borrar todo vestigio de su pasado socialista es uno de los principales afanes de Ucrania, que han tenido que remover estatuas, renombrar miles de ciudades y calles, purgar la propaganda totalitaria que se encuentra por doquier.

Ucrania, siempre considerada como el granero de Europa, sufrió de terribles hambrunas bajo los soviéticos, que buscaron doblegar con el hambre a pueblos y regiones que resistían el comunismo, la misma política empleada por Mao y que causó la muerte de sesenta millones de chinos como hoy en día con los castristas en Cuba. Nada es más efectivo para dominar a la gente, piensan, como forzarla a pasar horas en fila para recibir un mendrugo...

Los soviéticos obligaron a los ucranianos a bautizar con el nombre de criminales, calles, ciudades, edificios públicos, igual como Trujillo, el monstruo de República Dominicana, hizo bautizar Santo Domingo como “Ciudad Trujillo”, lo que sucedió, como ejemplo, con San Petersburgo, que bajo el comunismo fue “Leningrado”.

El gobierno de Ucrania ha prohibido que el cabecilla del partido comunista, Petró Simonenko, lance su candidatura para presidente, señalando que sus seguidores son violentos, cargados de odio y por lo mismo criminales que destruirían la nación.

Y ejemplos sobran en el mundo, como son Maduro y Ortega...

Ya lo dijo el Asesor de Seguridad Nacional de Estados Unidos, John Bolton, a Ortega: sus horas están contadas, al igual que las de Maduro.

Demencia total y la muerte de dos millones de camboyanos

No hay un solo caso de grupos comunistas que se hagan con el poder, que no impongan las más bárbaras formas de opresión, terror, hambre, además de amordazar a los pueblos.

Con los “jemeres rojos” se llegó al extremo de la demencia, cuando forzaron a los camboyanos, un pueblo sonriente y tranquilo hasta ese momento, a evacuar ciudades y poblados para ir a “purificarse” en la campiña.

Hospitales, escuelas, oficinas... nada ni nadie quedó exento de la brutal marcha hacia el hambre y la muerte; se calcula que la tercera parte de los camboyanos (dos millones de personas) perecieron y la cosa habría llegado a alucinantes extremos de no ser por la intervención de los vietnamitas, también comunistas, que temían contagiarse con la peste.

Los “jemeres rojos” decretaron el año cero de la historia, el punto de arranque de un mundo de total demencia “revolucionaria”, lo que resume lo que ha sido el fruto infernal del marxismo: cien millones de muertos en sus cien años de existencia, sin contar con los genocidios en África, Asia y nuestra América, entre ellos los setenta y tantos mil muertos a causa en El Salvador, más la destrucción perpetrada y los asesinatos de tantas personas inocentes que nada tenían que ver con esa barbarie.

¿Quién va a devolver su vida a los miles de niños reclutados, reclutados para ser carne de cañón o robar comida de hogares campesinos?

El socialismo totalitario se manifiesta en diversas formas, desde el estaliniano y chino, hasta la variante xenofóbica del nazismo (nacional-socialismo), el fascismo italiano, el menos violento, lo predicado por Gramsci pero siempre, invariablemente, abogan por formas totalitarias de control humano, aunque no las únicas, pues cada época fabrica sus propios verdugos, como Assad y el ISIS, alQaeda que está resurgiendo con el hijo de Bin Laden, los absolutismos musulmanes que se masacran entre sí, los yihadistas que perpetran carnicerías en Occidente.