Un salvadoreño pone en alto a nuestro país en Holanda

Napoleón invita a los padres de familia a motivar a sus hijos, desde pequeñitos, a amar el conocimiento. Y a los jóvenes, a que se dediquen a aquello que verdaderamente les apasione. De esa manera no sentirán cansancio ni aburrimiento, pondrán todo su esfuerzo e indudablemente alcanzarán sus metas.

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22 March 2019

El artículo “52 ecuaciones: reflexión final”, tan bien escrito y redactado como todos los de la serie, me entristeció mucho por ser el cierre de una columna que, domingo a domingo, había traído un agradable, diferente y ameno espacio, entre tanta mala noticia que nos rodea.

Porque la columna del ingeniero Napoleón Cornejo podía saborearse gustosamente: historia y anécdotas explicando el origen y las aplicaciones de los descubrimientos matemáticos que han traído a la humanidad hasta un grado impensable de desarrollo. Viajamos, como él mismo explica, desde la circunferencia, hace 4,000 años, hasta el Modelo Estándar de la Física Moderna, completado hace tan solo siete.

Sin embargo, la serie me pareció incompleta, porque muchos sabios, mucha matemática, mucha física y ciencia, pero, ¿quién es Napoleón Cornejo?

Con esa curiosidad me comuniqué con él para expresarle mi “insatisfacción”. Y, muy amablemente, me sacó de ella con la siguiente información:

Napoleón Eduardo Cornejo nació en San Salvador, donde transcurrió su infancia y adolescencia. Actualmente, soltero todavía, vive en Holanda. Su madre, Josefina Bolaños de Cornejo, así como sus hermanas, continúan en San Salvador y él las visita varias veces al año. Su padre, Napoleón Alfredo Cornejo, médico nefrólogo, le inculcó desde muy niño el amor por el estudio y el aprendizaje continuo. Y recuerda con cariño y buen humor una frase que le repetía frecuentemente: “Hijo, los demás se fijan en uno solamente por tres cosas: o por ser guapo, o por ser rico, o por ser inteligente; y como no eres ni guapo ni rico, tienes que estudiar mucho para volverte inteligente”. Además, siempre que regresaba de algún viaje, le traía como regalo un estetoscopio, o algo similar. La ciencia era lo suyo, pero ayudaba a su hijo con las tareas de matemáticas, a las que éste se inclinó desde muy pequeño. Aunque Don Napoleón falleció hace más de 20 años, su presencia es permanente en la vida de su hijo.

Napoleón estudió desde kinder en la Escuela Americana, en San Salvador. Se graduó en 1999 y posteriormente en Ciencias de la Computación en la UCA. Aunque fue aceptado en varias universidades norteamericanas, prefirió hacer su posgrado en la Universidad de Delft, en Holanda, por su especialización aeroespacial. Para su tesis, diseñó e hizo una computadora para un satélite. Trabajó a nivel europeo con la Agencia Aeroespacial, y desde 2007, en Holanda, con Airbus, en la industria aeroespacial, en diseño de satélites. Se entiende con los otros científicos en inglés, principalmente en holandés, pero básicamente USANDO LAS MATEMÁTICAS, por ser el idioma universal de la ciencia.

Napoleón invita a los padres de familia a motivar a sus hijos, desde pequeñitos, a amar el conocimiento. Y a los jóvenes, a que se dediquen a aquello que verdaderamente les apasione. De esa manera no sentirán cansancio ni aburrimiento, pondrán todo su esfuerzo e indudablemente alcanzarán sus metas.

Todo el tiempo oímos de la necesidad de que nuestros jóvenes se integren con éxito en el mundo del futuro, regido por la tecnología. Napoleón Eduardo Cornejo es un ejemplo a seguir, no solo por su éxito profesional, sino por sus valores personales y familiares. El triunfo y la lejanía le han hecho profundizar sus raíces y valorar todo aquello que realmente lo merece. Ojalá podamos contar, en el futuro, con muchos salvadoreños como él.

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