Más que leyes, el deficiente servicio de agua urge soluciones inteligentes

Las antiguas civilizaciones recogían el agua de sus techos y la almacenaban en cisternas bajo suelo, lo que les permitía tener agua en períodos secos. Y eso es lo que hacen en nuestro país muchos previsores agricultores

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19 March 2019

Es comprensible que en su desesperación por el deficiente servicio de agua la gente proteste, pero en vez de cerrar vías y bloquear ambulancias como ocurrió el lunes anterior, el descontento debió haberse dirigido contra el gobierno, que pese a que la solución al problema no es asunto del otro mundo, “si no está en el esquema del socialismo del Siglo XXI”, no mueve un dedo.

En diez años en el poder, los efemelenistas casi se acabaron todas las instituciones propias de un Estado democrático.

El agua es esencial para que funcionen comunidades y países, para los cultivos, para la limpieza de hogares y calles, por lo que se deben hacer los esfuerzos para que se tenga en abundancia, para que nadie en este suelo sufra por su carencia.

El futuro gobierno tiene la oportunidad de cortar el nudo gordiano a un costo relativamente bajo, cual es usar bobcats para formar diques en cauces ahora secos pero que al llegar el invierno formarían pozas que además de poder usarse para abrevar animales, permiten que agua que correría al mar se infiltre al subsuelo.

Y para que no se formen zancuderos, se cultivan ranas comestibles; las ranas comen los zancudos y los humanos pueden comerse las ranas.

Las antiguas civilizaciones recogían el agua de sus techos y la almacenaban en cisternas bajo suelo, lo que les permitía tener agua en períodos secos. Y eso es lo que hacen en nuestro país muchos previsores agricultores y habitantes en el interior, como lo ensayó don Napoleón Viera Altamirano, fundador de El Diario de Hoy, en una propiedad, formando un hermoso embalse completo con peces.

La mayor parte de países, no digamos los del norte de África y el Medio Oriente, daría cualquier cosa por tener un régimen de lluvias con la tercera parte del nuestro.

Deben formarse asociaciones que recojan y administren el agua

Centroamérica, como buena parte de Iberoamérica, es bendecida con mucha agua, muchos bosques, grandes ríos, majestuosas montañas, climas moderados...

Pero ese gran potencial con frecuencia se echa a perder, como está pasando primordialmente en Venezuela, en el tratamiento que da Brasil a su selva amazónica, en los descuajes y creciente deforestación de El Salvador como consecuencia de la reforma agraria impuesta en 1980.

Hasta la fecha la política de aguas ha sido formar unos cuantos embalses y profundizar pozos, lo que puede romper las capas impermeables del subsuelo con la consecuencia de que el agua corra a Dios sabe dónde, como sucedió con el Valle de Zapotitán, desde siempre húmedo con riachuelos y pozas pero que al perforar ese subsuelo, como el huacal contenedor del agua, está seco y afectado por plagas.

A esto se agregan torpezas descomunales como la represa de El Chaparral, donde la incapacidad de los encargados llevó a que “la montaña se moviera” y que la obra haya sido dejada en abandono por la empresa italiana que por ello fue premiada con un millonario arreglo en el gobierno de Funes.

El Salvador debe fomentar que organizaciones de beneficio social o comunales generen embalses, recojan agua y la distribuyan a las comunidades, más en las tierras casi en abandono del “sector reformado”. Allí pueden formarse lagunetas y recoger agua de lluvia y de los ríos que corran en las cercanías.