De arena y cal hacia el nuevo gobierno

Habiendo quedado súper endeudado el país tras la década de los gobiernos de “el cambio”, no solo se requiere que quienes lleguen a manejar la economía hayan leído y asimilado, digamos a Adan Smith, pero que tengan a su vez experiencia en el manejo de la cosa pública. Y así en las diferentes áreas.

descripción de la imagen
Foto EDH

Por

20 March 2019

Los halcones están de regreso en Washington como parte de la Administración Trump y, en lo que a nuestra región respecta, su plan es específico: ayudar, con una amplia coalición internacional a derrotar política y diplomáticamente a la cúpula chavista en Venezuela hasta que abandone el poder, siguiendo luego con el orteguismo en Nicaragua, hasta llegar a ponerle jaque al rey en la Isla a Raúl Castro y Díaz-Canel. En este contexto, relevante fue el viaje de la semana pasada del presidente electo de nuestro país hacia Washington D.C. tanto por la simbología de retomar El Salvador la senda hacia “el Norte”, donde además de vivir casi una tercera parte de nuestra población, sigue y seguirá siendo Estados Unidos nuestro principal socio comercial.

Porque el verdadero “faro” que por siempre hemos buscado los salvadoreños es el de la sociedad estadounidense y las democracias consolidadas, donde los ciudadanos son libres, se respetan los derechos individuales de las personas y prevalece el imperio de la ley. La visita del presidente electo fue importante a su vez por los mensajes que pronunció, en especial el de la Fundación Heritage, ya que el “accountability” (rendición de cuentas por lo dicho o hecho) es una figura fundamental en la cultura anglo. Me identifico con un gobierno limitado y el rol del sector privado en la sociedad, sin ser ni por cerca fan de los chinos, pero creo que Bukele se excedió en su respuesta a la pregunta sobre la relación diplomática con ellos.

Atrás va quedando el tiempo en que pretendieron presentarnos a “el sur” —léase el chavismo— como referente para nuestra tierra. Basta observar la catástrofe humanitaria que se vive en Venezuela, para ver que “el modelo” que los mandamases del todavía partido oficial en El Salvador nos ofrecían, carece y careció siempre de viabilidad. Porque existen en la vida de los pueblos buenas y malas políticas públicas, que son las que al final para bien o para mal hacen diferencia en la vida de los habitantes de las naciones. Resulta más que evidente a estas alturas que el otrora cacareado “Socialismo del Siglo XXI” lo hizo para mal. El escenario internacional, claro está, representa oportunidad.

En cuanto al escenario local, la generación de confianza se vuelve el término clave. Porque pocos sabrán en realidad qué tipo de gobierno es el que nos viene, y si bien el escenario internacional se vuelve esperanzador para quienes creemos en la libertad y la democracia, hay minas plantadas en el terreno que invitan cuando menos a ser cautelosos. La mayoría, por ejemplo, queremos que se llegue hasta el fondo en el combate a la corrupción pero no estaríamos de acuerdo con instrumentos que podrían llegar a volverse de persecución política. La construcción de confianza aplica también para la formación del próximo gabinete.

Habiendo quedado súper endeudado el país tras la década de los gobiernos de “el cambio”, no solo se requiere que quienes lleguen a manejar la economía hayan leído y asimilado, digamos a Adan Smith, pero que tengan a su vez experiencia en el manejo de la cosa pública. Y así en las diferentes áreas. Difícil seducir al tipo de gente que el país requiere —los busca-huesos abundan— para la formación de un buen gabinete si las redes sociales, Tweeter en especial, siguen asemejando en una versión un tanto más moderna al público que se hacía presente a los circos y anfiteatros romanos antes y en los siglos siguientes al Nacimiento de Cristo.

Luces y sombras hacia el nuevo gobierno es lo que se puede ver a un tanto menos de dos meses y medio para la toma de posesión. Por el bien del país, en especial de tanta gente en estado de necesidad, con una economía deprimida y falta de oportunidades de trabajo, que la luz de la razón ilumine a los futuros gobernantes para trabajar decididamente en la búsqueda del bien común. Ojalá sea así.

Abogado y periodista