Populismo a costa del Seguro Social

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04 March 2019

“El que mucho abarca, poco aprieta”, dice la sabiduría popular. Las autoridades del Seguro y los mismos médicos, que son los que están en el ajo, ya dijeron que la institución no tiene la capacidad de absorber esa masa de gente.

Por andar presumiendo de gran sensiblería social, los diputados le han metido un balazo al Seguro Social con la incorporación como derechohabientes a los hijos de cotizantes hasta los dieciocho años, cuando hasta hoy la cobertura era para niños hasta doce años.

No estamos en contra de la iniciativa, que es magnífica y plausible, pero con una institución sobresaturada, con hospitales repletos, con pacientes graves que deben esperar meses para ver a un especialista -si no fallecen antes-, con todos los etcétera que viven los salvadoreños cada día, previsiblemente nadie saldrá ganando. “El que mucho abarca, poco aprieta”, dice la sabiduría popular.

Las autoridades del Seguro y los mismos médicos, que son los que están en el ajo, ya dijeron que la institución no tiene la capacidad de absorber esa masa de gente.

Los autores de la iniciativa quedarán bien con la gente hasta que los servicios empeoren, como consecuencia natural de una medida como esta. Después los derechohabientes despertarán a una amarga realidad de carencias y pésimo servicio y nadie se hará responsable.

No sabemos si el presidente Sánchez Cerén avalará o vetará el decreto, pero la población debe prepararse para lo peor.

Pueden salir perdiendo hasta los que se dice querer beneficiar

La raíz de este, como de otros problemas que aquejan al país, es que la Asamblea, sin consultar ni estudiar la capacidad que tenga el Seguro Social para atender a los hijos de los cotizantes hasta los dieciocho años, lo dispuso sin duda porque sus miembros no van al ISSS, sino que tienen sus propios programas pagados por los contribuyentes.

Las consultas del ISSS están abarrotadas, al punto que antes a los parientes cercanos de ingresados les daban dos tarjetas para visita, lo que ahora se ha reducido a una.

Hasta donde se sabe, ningún grupo legislativo ha ido a “ver con sus propios ojos” lo que pasa en el Seguro, o para el caso lo que sucede con mucho de lo que tratan.

¿Cuántas comisiones legislativas fueron a ver el Gran Hoyo de El Chaparral o la turbina de la represa que tiene dos años de no funcionar?

¿Cuántos se han asomado a ver las condiciones en que se encuentran los niños abandonados que se encuentran bajo custodia de “el Estado” o de las familias de los policías que mueren en emboscadas de pandilleros?

El Seguro Social pertenece a los cotizantes y a las empresas que contribuyen. Las cuotas que paga un empleado, obrero o funcionario, son parte de su salario, no una bonificación que las empresas les hacen a ellos. Al calcular los costos de operación de cualquier negocio, lo que se paga al Seguro no se ingresa como “donativos libres de impuestos”, sino como gastos de operación.

Una medida cómo esta no se puede improvisar, sino analizar responsablemente y de cara a la precaria realidad del país.