Nuevas Ideas en Nuestro Tiempo

descripción de la imagen

Por

01 March 2019

Mientras maniobraba con paciencia (una bella amiga de quien me gusta hacerme acompañar cuando salgo al tráfago de la ciudad) para salir del atasco vehicular en que me encontraba, escuché por la radio una entrevista a Johnny Wright, presidente de Nuestro Tiempo. Sus afirmaciones me hicieron pensar que, en la vida de las sociedades, lo que ayer fue, hoy puede no serlo y no es garantía de que lo será mañana. Ayer desplazarse de un punto a otro de la ciudad tomaba, a lo sumo, quince minutos; hoy, no menos de cuarenta; ayer “no se podía vivir sin radio”, hoy se la escucha casi sólo durante las trabazones. Anteayer, el PDC fue un partido que a muchos infundió esperanza de algo nuevo y se votó “por Duarte aunque no me harte”. Ayer, en ARENA el voto era el arma más poderosa en las manos de los hombres libres y se vendían como el “cambio para mejorar” (rebalse económico mediante). También para el FMLN hubo un anteayer en que “el fin justificó los medios (violentos)” y apenas ayer dijeron ser el partido del pueblo, enemigo acérrimo de la corrupción en el ejercicio del gobierno. Ayer creían que la gente era primero. ¿Qué fue de todos esos eslóganes? ¿Qué de su mensaje persiste? ¿Qué pudrió a esos políticos redomados, convirtiéndolos en los principales responsables del hundimiento de sus partidos?

Wright, aunque joven, ya fue diputado, ya perteneció a un partido político, ya se salió de él y ya fundó uno nuevo. No es novato en esas lides. Durante la entrevista dijo estar comprometido a defender al individuo, a las mujeres, a la gestión honesta en la función pública, dijo también no estar cerrado a volver a la Asamblea si ese era “el desafío que se le presentaba para servir a la ciudadanía” (ya habla como político curtido, para que vean). Andy Failer, de ese mismo partido, declaró no haber vivido nada de aquel ayer que es nuestra historia reciente. Contó, en un artículo que publicó este periódico el martes, que decidieron empezar de cero (¿No fue ese el eslogan de VAMOS para las pasadas elecciones?) “… sabiendo que los actuales partidos políticos no desean renovarse, porque somos conscientes de que la renovación no es de edad, sino de ética y sensatez”. Me alegro que reconozca lo último: la edad no garantiza nada. Empezar todo de cero es una fantasía igualmente atesorada por quienes padecen estados depresivos.

Lamentablemente es impracticable: cada quien tiene un pasado y lo lleva, como mochila, a la espalda. Lo que sí se puede hacer es renunciar a lo que está mal y tratar de mantener lo que está bien. El nuevo gabinete debería incluir un Comisionado Presidencial de Seguimiento, cuya función única sería identificar las cosas que gobiernos anteriores hicieron bien, preservarlas y potenciarlas.

Me parece positiva la irrupción de estos nuevos movimientos y partidos en la política nacional., pero deben hacer su tarea. Ayer, cuando usted faltaba unos días a clases por estar enfermo, ¿de quién era la responsabilidad de completar los cuadernos con las clases que perdió, averiguar qué tareas habían dejado y cuándo sería el próximo examen? Tenía que ponerse al día, para decirlo en una frase. Las Nuevas Ideas y Nuestro Tiempo tendrán que identificar en nuestra historia reciente lo que de malo tenga, para no repetirlo (“Está bien que sucedan las cosas, para que no se vuelvan a repetir”). Sepan ustedes, jóvenes vigorosos, que algunos taimados lobos de hoy también fueron, ayer, buenos animalitos de Dios. ¿Serán ellos diferentes a ustedes en su naturaleza? Lo dudo. Hoy, ustedes son más jóvenes, más impetuosos, más urgidos, menos maleados, pero también menos conocedores, menos vividos, menos tentados. Pero ¿quién puede asegurar que, con el tiempo, en el poder, no cometerán los mismos pecados? Los valores en los que crean y practiquen serán su único escudo. Repetiré algo que ya dije antes: lo que necesitamos con urgencia, no sólo en nuestro tiempo, sino en todo tiempo, no son nuevas ideas, sino la vivencia de antiguos valores: honradez, disciplina, integridad, entrega.

Psicólogo