Los días contados del chavismo

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27 February 2019

El Grupo de Lima descartó la opción militar como salida a la crisis venezolana, acción que le garantiza a Guaidó que continúe logrando mayor apoyo internacional.

En la declaración firmada tras la reunión del Grupo, este lunes en Bogotá, se establece que “la transición a la democracia debe ser apoyada por medios políticos y diplomáticos”; a su vez, se exige la salida inmediata de Nicolás Maduro y el cese de la usurpación, que se respete la autoridad constitucional de la Asamblea Nacional y al presidente encargado, Juan Guaidó.

Puede seguir bailando Nicolás Maduro, o continuar Cabello con lo del petate del muerto de que no volverá a gobernar Venezuela alguien que no sea “revolucionario” y “bolivariano”, o jactándose, en su torcida óptica, de haber logrado bloquear el ingreso a su país de la ayuda humanitaria —léase alimentos y medicinas— que tanto necesitan los venezolanos.

Pero tal accionar solo nos recuerda el error estratégico de los franceses hace casi un siglo al decidirse a construir la “Línea Maginot”. Fue una línea de defensa fortificada a lo largo de la frontera de Francia con Alemania e Italia, en la cual las trincheras, como lo fueron durante la Primera Guerra Mundial, cumplían un rol de primer orden. El uso de tanques y aviones, empero, diferenció la Segunda de la Primera Guerra Mundial. Francia quedó desprotegida y vulnerable ante un escenario bélico muy diferente.

Vale este ejemplo para intentar ilustrar lo que podría estar pasándole al chavismo. Sus asesores isleños les trazaron su propia línea Maginot: prisioneros políticos, milicianos armados en defensa de la revolución, subordinación del aparato estatal al ejecutivo, irrespeto a las libertades fundamentales del ser humano. Y como había quien pagara la fiesta con los ingresos derivados del petróleo, pues ¡que viva la pepa y que continúe ésta!... Hasta constituirse Venezuela —como lo escribió ayer en este periódico en una columna de opinión María Corina Machado— en un “hub” internacional del crimen organizado: lo que queda de la guerrilla colombiana, cárteles del narcotráfico, grupos terroristas y un largo etcétera.

Geopolíticamente la decisión de los jefes de los “asesores” chavistas pareciera trazada: resistan, trinchera número uno, Venezuela; trinchera número dos, Nicaragua, trinchera número tres, las aguas territoriales que separan “el imperio” (las costas de la Florida) con la Isla. Los tanques son el apoyo del Grupo de Lima, en especial de Colombia y Brasil, vecinos de Venezuela, pero también del resto de países suramericanos con la excepción de Bolivia y la tibieza de Uruguay. Determinante se vuelve a su vez el irrestricto apoyo de la Administración Trump, que cuenta con apoyo bipartidista para este tema, así como el de la Unión Europea y el que se está sumando en Asia: Japón y Corea del Sur.

La aviación, siguiendo con las lecciones de la “Línea Maginot”, podría ser la congelación de activos de la compañía Petróleos de Venezuela (PDVSA) que a sus aliados pide el vicepresidente estadounidense, Mike Pence, para trasladárselos al gobierno interino de Juan Guaidó. Por la dependencia de Venezuela del petróleo, quien controle sus ingresos —por disminuidos que estén— podrá hacerle frente a las obligaciones del Estado. Tal como se ha podido ver en la guerra global contra el terrorismo, eficientes se han vuelto los controles financieros internacionales para controlar el dinero irregular. La Corte Penal internacional es otra instancia en desarrollo que tarda en llegar, pero como vimos con los de la ex Yugoslavia, llega.

Quizá el punto más crítico y peligroso a este momento en Venezuela es el regreso de Juan Guaidó a territorio venezolano. Dos presidentes para un solo país, el del ruido y el de la gente, pues está claro que no funciona. Por el bien de los venezolanos después de veinte años de chavismo, ojalá se viva ahí una transición pacífica.

Abogado y periodista