Ahora que comienza el año

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25 enero 2013

En muchos hogares, al menos en los que viven niños en edad escolar, la rutina cotidiana ha sufrido un cambio desde que comenzaron las clases. El colegio y la escuela son grandes protagonistas del diario vivir, y todo el mundo hace pequeños y grandes sacrificios para sacar el mayor provecho a las horas escolares, pues en una sociedad en la que el conocimiento y la educación están en la base del éxito personal, no se escatiman esfuerzos para alcanzarlo.

Sin embargo, aunque la escuela es un protagonista importante, no es el más importante. La educación descansa fundamentalmente en la familia. Debido a la necesaria división de trabajo que tenemos en la sociedad moderna, con frecuencia hacemos una separación: lo académico queda en manos de los maestros, mientras de la formación del carácter, de los buenos hábitos y de la moralidad se ocupan los padres de familia.

Pero la vida real no va por allí. También el papel de la familia, de una familia constituida por un padre y una madre, tiene un papel indiscutible no sólo en la educación moral de los niños, sino también en el rendimiento de su educación académica.

Esa es una de las conclusiones que arroja un reciente estudio de "World Family Map Project", que muestra que los niños y niñas que viven con sus dos padres biológicos alcanzan mejores resultados escolares, independientemente del nivel socio económico o educativo de sus papás. A veces por la sencilla razón de que quienes viven con sólo uno o con ninguno de sus padres, simplemente no asisten a la escuela.

Nada nuevo. Es lo que siempre se ha sabido: dos padres son siempre mejor que uno, y uno, mejor que ninguno. Sin embargo, hay una fuerte presión cultural (basta ver algunos programas de televisión muy populares, o los modelos de vida de muchos ricos y famosos), cuyo mensaje en el fondo difiere sustancialmente de la conclusión apuntada.

Dicen que lo importante es el amor, y que cualquiera que ame a un niño o a una niña puede hacerse cargo de su educación. Se nos muestra cómo los distintos tipos de "familias" pueden criar en su seno niños "felices", y terminamos por creernos que la familia de papá-mamá-hijos, es algo superado.

Pero en el estudio hay alguna otra pequeña sorpresa, como la comprobación estadística (basándose en el informe PISA del año 2009), de que los niños que viven con sus dos padres biológicos alcanzan mejores resultados que aquellos que viven con papá y madrastra, o mamá y padrastro; y por supuesto, mejores puntajes que los que viven con uno o ninguno de sus papás.

Ante esos datos se puede tener una reacción de "ya sabía", o --si estas conclusiones contradicen los propios valores o prejuicios-- simplemente ignorarlos. La respuesta más frecuente entre quienes no pueden sino tomar los resultados como fruto de un trabajo serio, pero en contra de sus suposiciones, traspasa la indiferencia, y entra en el campo de mostrarse ofendido, con lo cual se toma una actitud muy de por estas tierras, como cuando decimos "yo sé… pero", y con ese pero se descalifica evidencia científica que contrasta con modos de vida o creencias.

A fin de cuentas, se pueden sacar, al menos, dos conclusiones: la primera, la importancia de la familia papá-mamá-hijos en el mejor desarrollo de los pequeños, también en el aspecto académico. La segunda, la necesidad de que desde todas las instancias: gubernamentales, ONG,s, iglesias, etc., haya una nueva toma de conciencia acerca de la necesidad de políticas e iniciativas en favor de la familia, y en el caso del Gobierno, que --por lo menos-- no vayan contra ella.

*Columnista de El Diario de Hoy.

carlos@mayora.org