No caigan en el error de nombrar a militantes o improvisados

Quienes asuman la cartera de Salud, o de Obras Públicas, o de Economía deben ser personas versadas en esas disciplinas, con destacada trayectoria pública, versus escoger gente muy conocida en su vecindario, pero con poca capacidad y experiencia.

descripción de la imagen

Por

20 February 2019

Que se tienen los perfiles de los futuros miembros del gabinete del venidero gobierno, declaró un vocero de Nuevas Ideas, una tarea que no cuesta llevar a cabo y que podría resumirse en una frase: no caigan en los errores del actual gobierno, que ha venido nombrando ministros y funcionarios de acuerdo con su militancia partidaria aunque sean incompetentes, sin saber nada de lo atañero a las funciones que les toca desempeñar.

Escoger buenos ministros no es, si se quiere servir al país, un problema del otro mundo. Y escoger bien a su gabinete es una recomendación que la embajadora de Estados Unidos, Jean Manes, hizo al presidente electo Bukele cuando se entrevistó con él.

En otros términos, quienes asuman la cartera de Salud, o de Obras Públicas, o de Economía deben ser personas versadas en esas disciplinas, con destacada trayectoria pública, versus escoger gente muy conocida en su vecindario, pero con poca capacidad y experiencia.

El hecho de que muchos de los actuales funcionarios no hayan destacado como figuras públicas o en el campo de su especialidad siempre indica que su nombramiento se debe a favoritismos o presiones partidarios, no a sus capacidades.

Pero mientras no ver, no creer. De aquí al 1 de junio hay tiempo para escoger a los integrantes de un gabinete y a buenos funcionarios; hay que ir con prudencia pensando que un buen o un mal o un mediocre gabinete se reflejará en una buena o mala o mediocre presidencia.

El saliente decenio se marcó por la inepcia, por un descarado nepotismo (los ministros llenaron puestos públicos con sus parentelas y amigatelas), por la práctica de mover figurones de puesto en puesto, como en las sillas musicales, todo obviamente en detrimento del desarrollo nacional, pues no llegaban a servir al país o servir a los usuarios de un servicio como agua o salud, sino a servirse ellos mismos, a embolsarse grandes sueldos, a viajar como valijas, a ir en vehículos del año seguidos por escoltas...

Quien hizo de tal boato su modo de ser, como de llegar tarde a todo aunque hiciera esperar a funcionarios, a gente de distinción y a diplomáticos por horas, fue Funes —ahora procesado por el saqueo de $351 millones de las arcas del Estado— quien no cumplió con una regla muy importante: La puntualidad es una de las admirables características de los reyes... Pero él demostró que entiende muy poco de lo que es propio, elegante y honesto en este mundo.

¿Queremos médicos o sobadores?

¿Abogados o chupatintas?

Son muchos los problemas que solo personas de primer nivel en sus actividades y saberes pueden solucionar, “no cualquier hijo de vecino”. Es la diferencia entre tratarse con un ortopeda o con un sobador, de contratar a un versado abogado o recurrir a un chupatintas.

Y uno de los riesgos es que gente sin mayores trayectorias no resista la tentación de meter mano en la jarra de galletitas ajenas, meter mano en los bolsillos de los salvadoreños. O robar a los amigos cuando estos se descuidan, pues todo buen funcionario debe ser en primera línea un confiable amigo de quienes dependen de sus capacidades.

Desde Saca, que en un inicio tuvo unos cuantos funcionarios capaces, él y los que le siguieron nombraban más sumisos que personas capaces, con las excepciones que se hayan dado.

Esos capítulos de nuestra historia reciente no se deben repetir.