Las señales de la transición

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12 February 2019

¡Bienvenidos también en la política a la era digital! Y reitero lo de también en la política porque estando de lleno el mundo en plena era digital, hasta la recién finalizada campaña electoral se continuó en suelo patrio utilizándose el “modelo tradicional”. No intento con ello quitarle mérito a la contundente victoria del presidente electo. Pegó su mensaje y funcionó su estrategia, desarrollada predominantemente en plataformas digitales. La fuerza aérea y el uso de drones apabulló con creces a las fuerzas terrestres de sus contendientes, pero como no intenta quien escribe caer en aquello de que después de la batalla todo el mundo es general, dejo atrás la campaña.

Felicidades por su triunfo al presidente electo y qué bien que haya expresado que su mirada es hacia el Norte (Estados Unidos y el mundo libre y próspero) y no hacia el Sur (la Venezuela de Maduro, Nicaragua, Bolivia y Cuba), así como que Ortega y Somoza parecerían ser la misma cosa. Pero al haber logrado ganar la Presidencia, tan serios son los problemas del país que, a la búsqueda del bien común, ojalá las señales que salgan sean de intentar gobernar con mesura. Calificadoras de riesgo como Moody’s y Fitch, tras sus respectivos análisis, advierten sobre el aumento del endeudamiento y la fragilidad de nuestras finanzas públicas; la inestabilidad política y la rampante criminalidad. Para muestra un botón: caso Pimentel.

Por ello es que confianza se vuelve la palabra clave para aspirar como nación a lograr el crecimiento económico, “conditio sine qua non” —condición necesaria y esencial— para buscar mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos, en especial de quienes más lo requieren, que es al final la razón de ser del servicio público. El bajísimo crecimiento económico del país nos hace estar abajo del promedio centroamericano; las cuarenta mil plazas que se estima llegaron durante la última década a engrosar las planillas estatales y la ineficiencia con que se ejecutó la gestión pública nos dejan con finanzas públicas sumamente endebles, pese al aumento generalizado de impuestos.

Es esta la principal razón por la que se requiere la construcción de confianza, para intentar pasar del ciclo de estancamiento económico en que nos encontramos hacia la construcción de un ciclo virtuoso, que nos posibilite hacer crecer nuestra economía. Porque del crecimiento económico depende la generación de puestos de trabajo, necesidad tan imperiosa que tiene nuestra gente; se aumentan los recursos que le llegan al Estado con lo que, ciertamente, cabe mejorar las finanzas públicas, pero también se obtiene el financiamiento de los proyectos prioritarios del gobierno, previa aprobación del Legislativo cuando la ley así lo estipule.

Eficiencia en la administración de la cosa pública, principios éticos y predominio de los valores que dan forma a la Civilización Occidental, es lo que el país merece.

Transcurridos apenas diez días desde la elección presidencial, no es suficiente aún el tiempo para tener una buena lectura sobre el tipo de gobierno que tendremos con las señales salidas desde el inicio de la transición; habrá que esperar un tanto —faltan tres meses y medio para el 1 de junio— para ir ajustando esa lectura. Que será diferente a los que hemos tenido, pues cabe esperar que lo sea ya que para empezar, será en un escenario totalmente diferente al de los anteriores.

Compromiso con el sistema de libertades, institucionalidad democrática, presentación de buenas políticas a ejecutar, será lo que muchos de nosotros buscaremos en el discurso de toma de posesión. Por el momento, habrá que ir tabulando las señales que vayan saliendo de la transición, que ojalá vayan en la línea de gobernar con mesura. El Salvador lo requiere.

Abogado y periodista