Votar a conciencia

descripción de la imagen

Por

02 February 2019

Este domingo 3 de febrero los salvadoreños tenemos un doble compromiso. El primero con la Patria para cumplir con nuestro derecho y deber de ciudadanos de elegir a quienes regirán sus destinos en los próximos cinco años, que cumpliremos cuando tomamos la decisión de ir a votar, en lugar de quedarnos en casa. El segundo es con nuestra propia conciencia cuando estamos frente a la papeleta de votación.

Si ya decidimos porque leímos las propuestas de los candidatos y responsablemente las analizamos y optamos por aquellas que son reales porque están respaldadas por estudios de factibilidad, nuestra conciencia nos animará a marcar la bandera que lleva a los mejores candidatos.

Si formamos parte del grupo de indecisos, decepcionados del pésimo desempeño que los partidos mayoritarios han tenido en las últimas administraciones, donde la corrupción, el clientelismo y el enriquecimiento ilícito han abundado y consideramos que no vale la pena salir a votar, porque es más de lo mismo y yo seguiré igual o peor, piensa que estás dejando que otros voten por algo peor.

Si pertenezco al grupo agresivo, rebelde y resentido que durante la campaña política me explotó el hígado ante las promesas de los partidos cuyos vicios son conocidos y como considero que merecen un voto de castigo, me decido por quien ofrece un cambio, es tiempo de enfrentarme con mi conciencia y analizar a quién voy a hacer responsable de dirigir los destinos de los 6 millones de salvadoreños durante los próximos 5 años.

Es una reflexión seria y honesta considerando cuál es el panorama de nuestro país y la realidad en que vive una gran mayoría de salvadoreños a quienes más afectaría una elección equivocada. El estado lamentable de nuestros hospitales donde muchas veces falta hasta lo más necesario, según lo expresa el personal médico que con dedicación heroica intenta aliviar el dolor. Muchos pacientes en el suelo en espera de que se desocupe alguna cama, y obviando que la ropa no ha sido cambiada porque además hay problemas de lavandería. Y los aquejados de hemofilia, de problemas renales y otros padecimientos más serios, lamentando que no hay medicinas, y que no tienen la capacidad de adquirirla por lo alto de su costo.

Sufrimos todos el flagelo de la violencia que tiene su germen en la falta de familia y en lo poco que se ha invertido en educación. Las escuelas en ruinas, sin material didáctico, servicios sanitarios sin las mínimas condiciones de higiene, porque falta el agua. Sin un muro perimetral que dé un poco de seguridad a maestros y alumnos. Y los profesores que desarrollan su labor docente como una vocación y haciendo grandes sacrificios para trabajar en tan precarias condiciones.

La inseguridad y la violencia constituyen una gravísima amenaza para la población que muchas veces tiene que tomar la justicia por su propia mano. Y que los policías que valientemente dan la cara para nuestra defensa, trabajan en condiciones tan precarias que muchos ceden a las presiones de los pandilleros. Es triste que por esta situación, las empresas y los ciudadanos gasten millones en pagar seguridad privada y en encerrarse en sus pasajes con portones y rejas. Y la realidad de tantos comerciantes que trabajan de sol a sol, pero deben compartir sus ganancias con los pandilleros que les exigen la renta.

Es este salvadoreño resentido, el que tras haberse enfrentado con la realidad de nuestro país, el que debe realizar un acto de verdadero patriotismo y votar por el candidato cuyas propuestas auguren un mejor horizonte para nuestra Patria.

Maestra