¿Saben los candidatos que la comida sustenta más que las medicinas?

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01 February 2019

Si se redujera a la mitad los accidentes de tránsito, las lesiones por causas externa, las virosis de temporada y las enfermedades producto de la hostilidad del medio ambiente, seguramente se necesitarían menos camas hospitalarias; no obstante, los políticos salvadoreños siguen empecinados por lo fácil, costoso e ineficaz. ¡Ni modo, se sienten triunfadores inaugurando acciones magnificadas y “pajeras”! ¡La idea es vender que se hace obra! ¡Se llenan de orgullo con elefantes blancos aunque funcionen con déficit de personal y procedimientos paleolíticos!

¿Será que todavía no han entendido que la salud del ser humano va más allá de la simple ausencia de enfermedades? ¿Será que desconocen que el concepto, por cierto atribuido a la Organización Panamericana de la Salud enfatiza que además de estar sano debe existir también bienestar físico, psíquico y social?

El concepto tiene validez y aplicabilidad en países como El Salvador, donde sus habitantes necesitan más de educación, salud, empleo, agua potable y saneamiento ambiental que de médicos y hospitales. Un sociólogo mexicano apunta que “las principales patologías de los habitantes de los países pobres son la falta de educación, las carencias y las privaciones” y en esa línea de pensamiento un egresado de la Facultad de Medicina de una universidad privada en servicio social obligatorio destacado en una población del interior de la república es todavía más preciso cuando dice: “La comida sustenta más que las medicinas” y concluye en la forma siguiente: “Los problemas de salud de los salvadoreños tienen más que ver con el hambre y la suciedad que con las bacterias y virus”.

En el último cuarto de siglo con escasas excepciones los gobiernos han hecho muy poco por la salud de los salvadoreños, especialmente los dos últimos que se ufanan según ellos de “trabajar para la gente”, aunque en la práctica es lo que menos han hecho, más bien lo contrario. Poco se ha avanzado en la modernización del sector que ni siquiera alcanza nivel de sistema y todo se ha traducido en acciones puntuales de pobre impacto, cambios de nombres, atomización de la oferta ambulatoria, que lejos de facilitar las cosas a los usuarios las complican, ampliaciones y remodelaciones de infraestructura de salud, anuncios de compras de medicinas y equipos e inauguraciones acompañadas de rimbombantes discursos que derrochan una “pajística” fuera de serie.

Escasean los proyectos que realmente protegen la salud de los habitantes. Veamos algunos ejemplos que reflejan la capacidad de reacción del gobierno ¿Qué se ha hecho para reducir la contaminación del aire que respiran los salvadoreños y qué tanto daña las vías respiratorias? Nada, no es de otro mundo sacar del sistema los buses y microbuses chatarra que a diario contaminan el medio con espesas humaredas. La cantaleta para no actuar es que los transportistas se andan ganando la vida y en tal sentido tienen derecho a infringir la ley; la otra salida simplista es montar una mesa de diálogo para ganar tiempo y negociar el incumplimiento de la ley.

¿Qué se ha hecho para que no haya niños quemados por pólvora como ocurre todos los años? Nada, el argumento es el mismo, los fabricantes se ganan la vida con la pólvora, lo que les da derecho para seguir quemando gente.

¿Qué se ha hecho en forma novedosa y eficaz para reducir los accidentes de tránsito que producen cientos de víctimas? Nada, a lo mejor desean agregar el examen psiquiátrico y la radiografía de cráneo.

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