La importancia de participar

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25 January 2019

Todos sabemos que los dos principales problemas de nuestro país son la criminalidad y el pobre crecimiento económico. Son tan graves que ningún salvadoreño podría decir que no ha sido directamente afectado. Salir a visitar un pariente en otra colonia o detenerse en una carretera para reparar un neumático pueden equivaler a la muerte. El pago de la extorsión se ha convertido en parte de los gastos fijos de pequeñas y grandes empresas, desde la señora que tiene un comedor hasta las trasnacionales en la distribución de sus productos. Los cientos de egresados de universidades o del bachillerato que solicitan empleo y no lo encuentran, que se cansan de repartir currículos hasta que terminan perdiendo la esperanza de ser llamados.

La situación, ya difícil, se torna más sombría en un futuro cercano, con la anunciada expiración del TPS y el eventual retorno de decenas de miles de compatriotas que en su mayoría regresarían a sus sitios de origen, con el inminente peligro de ser desconocidos para los criminales locales. Con este factor agravante o sin él, el escenario será complicado, pero es el que enfrentará el próximo Gobierno. De su capacidad, visión y carácter dependerá si salimos del atolladero o nos hundimos más. Y también de todos nosotros, los ciudadanos, pues somos los que lo vamos a elegir.

Hay que pensarlo bien, con la mente fría. Las ilusiones y los sueños no resuelven los problemas, como tampoco los resentimientos y las cóleras. La manipulación de las emociones y las promesas pueden servir como estrategia para ganar una elección, pero no sirven mucho para gobernar.

Una realidad, que parecería básica para toda persona medianamente lúcida pero que las descargas de adrenalina de los períodos electorales hacen que se nuble, es que no hay soluciones mágicas ni almuerzos gratis. Todo tiene un costo y todo requiere preparación y esfuerzo. Si de crecimiento hablamos, entendamos que los gobiernos no producen riqueza. Los gobiernos solo gastan, a veces bien, a veces mal. Los que generan riqueza son los empresarios, pequeños, medianos y grandes; nadie más. Lo que sí puede hacer un gobierno es crear las condiciones para que los emprendedores inviertan. Se les puede atraer o ahuyentar, seducir o desalentar. En El Salvador tenemos una posición geográfica estratégica, un clima perfecto, gente trabajadora y cordial (generalmente). Los otros ingredientes serían reglas claras, instituciones confiables, seguridad, población educada y sana. Si el ambiente es propicio los emprendedores, que siempre andan buscando donde invertir, lo harán aquí. Así funciona. Si aún lo duda solo revise lo que han hecho los países más prósperos del mundo, entre ellos aquel donde casi todos se quieren ir a vivir.

La seguridad pública es un asunto de Estado. Se debe abordar con firmeza pero también con mucha inteligencia. Un adecuado balance (que no es lo mismo que ambivalencia) entre prevención y combate debe ser la pauta. ¿Quién está más claro a este respecto? ¿Quién está más capacitado?

Son muy importantes las cosas que los salvadoreños nos jugamos con estas elecciones. No nos podemos dar el lujo de ser indiferentes. Ojalá estas reflexiones motiven a los que piensan que de nada sirve tomarse la molestia. El abstencionismo no es una opción inteligente ni tiene un efecto neutro. Si es muy alto, en cierta manera las elecciones las definen los que se quedaron en casa o se fueron al mar. La peor decisión es no votar.

Médico siquiatra