"Ametrallan a patrulla en San Miguel”, “muere otro agente de la Policía Nacional Civil”, “disparan contra la sede de la Subdirección de Tránsito Terrestre de la Policía”. Estas fueron algunas de las noticias con las que nos dormimos el viernes recién pasado. Viernes negro. Muchas muertes violentas de miembros de la PNC, sumados a los civiles que engrosan las estadísticas; todo en un solo día. El país se desangra y el presidente de la República está ausente.
Ese día, el viernes 18 de enero, también se reunieron en Casa Presidencial el director de la PNC, el Fiscal General, el ministro de Seguridad Pública y Justicia, el ministro de Defensa y el director de Centros Penales para tratar e informar sobre la alerta por el alza en los homicidios de policías y civiles que azota al país. Y el presidente, quien hace varios meses aseguró que estaría al frente de la seguridad pública, ni siquiera se asomó.
Según datos de la PNC, en el año 2016 El Salvador sufrió 5,278 muertes violentas; en 2017 fueron 3,954 y en 2018 se dieron 3,340 homicidios. De estos, en 2016 fueron 47 policías fallecidos, en 2017 se registraron 46, mientras que en 2018 murieron 31. Con este panorama tan sombrío y repetitivo, el gobierno ya debería tener un plan coordinado de seguridad entre las distintas instituciones, pero parece que, un año más, andamos a la deriva. Mientras tanto, surge en el ambiente un nuevo fantasma de pacto con las pandillas para fines electorales. Es vergonzoso y repugnante.
Apenas nos empezábamos a alegrar por varias semanas o meses con una reducción significativa en los homicidios, y las pandillas nos vuelven a demostrar que siguen dominando a su antojo los números de la violencia. Cuando quieren, ponen en alerta al Estado y en pánico a la población. ¿Cómo es posible que se maneje con cierta resignación el alza de estos ataques en época electoral? Pareciera que hasta lo normalizamos. Somos un país que constantemente está en elecciones y a la fecha las autoridades no han sido capaces de ejecutar un plan que controle esta problemática que se repite.
Hay temas o situaciones que nos deberían unir a todos, sin importar ideología o simpatías políticas. Este es el momento para que el gobierno, los partidos políticos y sus líderes, y hasta los candidatos presidenciales dejen a un lado sus diferencias; deben trabajar en conjunto, junto a las diversas instituciones pertenecientes al sector justicia, para tratar de erradicar y solventar el problema. Mejorar la seguridad pública es un tema que nos interesa a todos y sobre el cual los antes mencionados tienen que ponerse de acuerdo sobre la manera adecuada e integral de tratarlo. Hoy se deben borrar los colores políticos, pues se trata de vidas humanas que a diario se apagan.
Cada uno debe asumir su responsabilidad. Al presidente de la República: usted está al mando de este país hasta el 1 de junio de 2019. Aunque sea en los últimos meses de su mandato es necesario que se ponga al frente de la seguridad pública de manera firme, con acciones concretas, y busque la manera de controlar la crisis social por la que estamos pasando.
A los candidatos a la presidencia: queremos planteamientos precisos y realistas sobre la manera en que abordarán el grave problema de seguridad en que permanentemente vivimos; el cómo pretenden hacer las cosas es importante, no queremos más declaraciones de lo que ya sabemos. Ya no podemos seguir lamentándonos la falta de liderazgo en materia de seguridad pública.
Abogada