Aguas que matan

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19 January 2019

Nuestra ruralidad es hermosa, y sus habitantes llevan el ADN de la hospitalidad. Lo óptimo es remirarla como complemento de lo urbano no como antagónica y proporcionarle las mismas condiciones de vida; pero hay grandes desafíos en los territorios rurales, uno de ellos es el saneamiento ambiental. Es frecuente observar las escorrentías o charcos de aguas residuales en los patios o en sus sendas, como amenaza a suelos y a la salud.

Las aguas residuales son “el gasto o agua usada por casa, comunidad, granja, o industria que contiene materia orgánica disuelta o suspendida”.

La Estrategia Nacional de Saneamiento Ambiental 2013 refiere que, en El Salvador, más del 95 % de las aguas residuales domésticas se descargan a un cuerpo receptor sin ningún tratamiento, y que muchas de estas aguas que salen de los escasos sistemas de tratamiento no cumplen con los límites de contaminación permitidos por la normativa vigente.

Actualmente hay clara atención por la extracción, accesibilidad y calidad del agua, pero no así con su sostenibilidad y con el tratamiento que se le da, después de su uso.

En ese contexto, un estudio auspiciado por la Universidad Tecnológica reveló importantes hallazgos sobre la “Situación actual del manejo de las aguas ordinarias en lotificaciones y parcelaciones habitacionales de la zona rural de El Salvador”, se hizo desde un análisis del cumplimiento técnico y legal.

El estudio exploratorio académico revela que siguen las letrinas de hoyo simple, pese a una prohibitiva legal ambiental y sanitaria, y que en algunos casos han sido desplazadas por las de hoyo modificado, no obstante, adolecen de que solo ofrecen tratamiento al agua negra, dejando las aguas grises. En el “mejor” de los casos son derivadas por tubos a calles, quebradas o ríos, o simplemente se percolan en el suelo.

La investigación se realizó a nivel nacional y el objetivo fue : Obtener un diagnóstico sobre el uso de los sistemas de tratamiento y disposición de aguas residuales ordinarias en el sector de lotificaciones y parcelaciones habitaciones rurales. Se llevó acabo por un equipo multidisciplinario liderado por la abogada ambientalista Alma Carolina Sánchez y la química María Teresa Castellanos, y está disponible en línea.

Se determinó que a los lotificadores no les es técnica ni económicamente viable un sistema de planta de tratamiento colectivo de aguas residuales ordinarias, por el hecho de que estos proyectos no se desarrollan ni construyen masivamente, ni en toda su capacidad habitacional, su desarrollo puede demorar hasta 30 años y en el 100 % de los casos estudiados. La proyección del número de casas con que inició la lotificación nunca va a ser igual al número final de las ventas, porque hay clientes que compran hasta 3 o 4 lotes para hacer una casa.

Lo anterior dificulta proyectar la capacidad de una planta de tratamiento en su totalidad, dato vital para la eficiencia de depuración de un sistema, por lo que si se construye una planta al inicio de un proyecto parcelador, este no llegaría a cumplir con los parámetros de norma de aguas residuales, además que el mantenimiento de un sistema en esas condiciones de prueba y error no puede ser asignado al sector de la población que accede a este tipo de viviendas, por razones económicas.

Ante esa situación, para cumplir con lo establecido por Ley, algunos lotificadores y parceladores habitacionales han optado por condicionar la dotación de agua potable a la construcción previa del sistema de saneamiento individual al lote-habiente, tales como las letrinas de secado solar o fosas sépticas con pozos de absorción y trampa de grasas. La investigación no reporta ningún sistema de plantas de tratamiento de agua residuales en lotificaciones.

El equipo investigador recomienda: mayor control del impacto de aguas ordinarias por parte de las autoridades, perfeccionar el sistema de compraventa con enfoque no solo comercial sino ambiental.

En conclusión, es urgente establecer sistemas de reutilización de aguas residuales en la ruralidad, aumentar el conocimiento y sensibilización en técnicos. Se reconoce que muchos hogares, por cuenta propia, reciclan el agua, ante la carencia de la misma.

Se requiere de estudios para analizar el costo económico, social, ambiental y de salud como consecuencia de la venta de lotes de interés social que incluya servicios básicos y tratamientos objetivos de aguas residuales. Es imperante el diálogo entre las partes interesadas, a fin de revisar la normativa de sistemas de tratamiento de aguas residuales, entre otras medidas.

Remirar “el charco” o la escorrentía doméstica y comunitaria es urgente para proteger la salud y el medio ambiente, lo advierte la ONU ante las enfermedades que están cobrando 3.5 millones de vidas anuales en América Latina, África y Asia, sin duda; son aguas que matan.

Periodista especializada

en turismo y desarrollo local