Los populistas cabalgan de nuevo

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17 January 2019

La mayoría de los comercios en Madrid hoy en día son atendidos por inmigrantes. Asimismo, en un país en el que hay más defunciones que nacimientos, un gran número de los cuidadores que pasean en las calles a los ancianos forma parte de la inmigración que contribuye a que aumente una población envejecida.

Es evidente que el paisaje humano de España, en el pasado mucho más homogéneo, ha cambiado con la presencia de comunidades principalmente de Venezuela, Colombia y Marruecos. Además, el flujo de inmigración irregular que intenta llegar a bordo de embarcaciones precarias cruzando el Mediterráneo es una realidad que actualmente enfrenta Europa.

Precisamente estas olas migratorias que recorren distintas partes del mundo en busca de oportunidades se han convertido en el enemigo número uno de los movimientos populistas que agitan como bandera de lucha el sentimiento nacionalista. Y España no se ha librado de esta corriente que el presidente Donald Trump en Estados Unidos defiende con un grito de guerra cuya enseña es la misión de construir un muro que frene una supuesta invasión de inmigrantes con efectos “nocivos”.

El leit motif nativista y antiglobalista que Trump martillea ha prendido en la Hungría de Viktor Orban y en un Reino Unido sumido en el caos del brexit. También en España el populismo escorado a la extrema derecha (en la otra punta se halla Podemos bajo el trasnochado signo marxista) ha brotado con fuerza. Se trata del grupo Vox liderado por Santiago Abascal, un disidente del centrista Partido Popular que en sus videos de propaganda aparece a lomos de un caballo y reivindicando la necesidad de retomar la misión de la Reconquista allá por el siglo XV. O sea, el Make America Great trumpista, pero con un acento de revival histórico que se remonta al reinado de los Reyes Católicos y la batalla contra los fieles de Alá.

Si hace unos años parecía que las promesas de un populismo colectivista que divulgaba el podemita Pablo Iglesias habían calado en el imaginario de muchos españoles desencantados con la corrupción de los dos grandes partidos (PP y PSOE), ahora hay un sector de la población que, azuzado por un discurso antiinmigrante y por la quiebra que en el país ha producido el espasmo separatista en Cataluña, se deja seducir por los cantos de sirena del nacionalismo exaltado y trufado con la defensa a ultranza de los “valores tradicionales”.

Abascal, que de algún modo recuerda a la imagen de este otro macho alfa que es Vladimir Putin sobre un caballo y presumiendo de músculos, ofrece un revoltijo de propuestas: acabar con el derecho al aborto. El ensalzamiento de la doctrina católica en las escuelas. La derogación de la ley contra la violencia de género, empeñado en acabar con un supuesto dominio de los colectivos feministas. En su estrafalario programa también incluye la reivindicación de las artesanías populares, los bailes tradicionales y (es una de sus mayores obsesiones) que el Día de Andalucía se festeje el 2 de enero, fecha de la toma de Granada que culmina la Reconquista en 1492.

Los de Vox, que se han hecho fuertes en Andalucía tras las últimas elecciones autonómicas, exigen en sus propuestas que de esta región se expulsen 52,000 inmigrantes irregulares, manejando datos a su antojo para agitar el rechazo a los inmigrantes en zonas donde la nutrida presencia de extranjeros despierta recelos entre los locales.

No es que Vox sea una novedad en un ámbito en el que el ex estratega de Trump, el ultra derechista Steve Bannon, promueve internacionalmente lo que llama El Movimiento con la misión de instalar sucursales populistas en Europa y Latinoamérica. Detrás de ultras como Salvini en Italia, Marine Le Pen en Francia, Bolsonaro en Brasil y el propio Abascal en España, mueve los hilos este gurú de las teorías de conspiración que se diseminan en las redes sociales como una nube tóxica.

El presidente estadounidense sigue repitiendo la falsedad de que el grueso de la inmigración irregular ingresa por la frontera sur, cuando en realidad proviene de quienes llegan por aeropuertos con visas temporales y se quedan en el país. Se trata de un discurso tramposo del que los populistas de derechas en Europa se hacen eco. Tienen un común denominador: demonizar a ciertos grupos extranjeros y responsabilizarlos de muchos de los males de la sociedad. Vox se ha sumado a la cuadrilla. Queda por ver si descabalga en el camino.

Periodista

Twitter: @ginamontaner