Tiempo de resolver e innovar: las 3 V

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Enrique Anaya abogado Constitucionalista. Foto/ archivo

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16 January 2019

PUESIESQUE… ya transcurrieron prácticamente dos meses desde que cuatro nuevos magistrados de la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia (SCn/CSJ) fueron electos por la Asamblea Legislativa y, al menos públicamente, la labor y producción del tribunal encargado de la “última palabra” en materia constitucional en el ámbito judicial no se está percibiendo por la población.

Algunos dirán… “hey… si solo han pasado dos meses… no seas tan exigente”, pero lo cierto es que, sin obviar el corto lapso desde el inicio de labores de la nueva integración personal de la SCn/CSJ, ante la actual coyuntura política y social del país es indispensable que el autodenominado “tribunal constitucional” (vaya que si no me gusta esa expresión para referirme a la SCn/CSJ) se note, que tenga presencia pública.

En efecto, dado el contexto de un proceso electoral que se presenta atípico, reñido y de resultados inciertos, es trascendental que ante la eventualidad del surgimiento de conflictos y de disputas que trasciendan a sede judicial, exista la confianza pública en la justicia constitucional, es decir, que tanto la ciudadanía como los contrincantes en la liza por la silla presidencial —y sobre todo, sus seguidores— cuenten con la certeza que en última instancia existe un tribunal que, aplicando la Constitución, en su proceder cumple con las 3 V: valentía, vigor y vanguardismo.

Y es que, en una organización política de corte presidencialista como la salvadoreña, es esencial que en un ambiente de reñida elección presidencial, exista la plena confianza que la última instancia en sede judicial actuará, frente a eventuales controversias electorales, con valentía, esto es, con coraje e independencia frente a las presiones que con certeza existirán desde todos los sectores involucrados, debiendo demostrar que es capaz de adoptar decisiones difíciles, tanto por su exigencia intelectual como por la valoración de sus consecuencias; con vigor, ya que el tribunal debe exigir, sin ambages, el cumplimiento de sus decisiones; y con vanguardismo (preferí este vocablo a “verdor”, que resultaba excesivamente metafórico), en el sentido que el tribunal debe acreditar con modernidad e innovación, que atienda la realidad normada.

Es esencial, entonces, que los jueces constitucionales no actúen cuales esculturas del santuario de Toshogu, que no ven, ni oyen, ni dicen, sino que es social, política e institucionalmente indispensable que exista constante presencia de la SCn/CSJ.

Con presencia pública no nos referimos —para nada— a una estrategia publicitaria, como tampoco a la cuestionable práctica de 2009 a 2018, de seleccionar arbitrariamente las decisiones que deseaban darse a conocer, sino a establecer con prontitud (es tema de un par de días) una política de comunicación institucional (es increíble que después de casi 35 años de funcionamiento, la SCn/CSJ carezca de dicha política) y, sobre todo, en el cortísimo plazo, afrontar la toma de decisiones (así sean de mero trámite) frente a los primeros casos que le han sido sometidos y que tienen impacto público, como la impugnación constitucional contra la elección de una magistrado no integrante de la SCn/CSJ, o las demandas de inconstitucionalidad contra la reciente elección del Fiscal General de la República: y es que sería, por ejemplo, altamente preocupante que tratándose, en ambos casos, de pretensiones de inconstitucionalidad basadas en la propia jurisprudencia de la misma SCn/CSJ, esta decidiera —por cualquier excusa— no admitir a trámite las demandas que han motivado dichos procesos.

Ojalá, pues, que en este enero, la SCn/CSJ nos demuestre que sí está presente, que sí se “verán” las 3 V.

P.D.: Como SEACABUCHE 2018, haré nueva playlist… ojalá no toque empezar con una de Venegas, “Lento”.

Abogado constitucionalista