El populismo destaca en América Latina

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07 January 2019

El próximo 3 de febrero es una fecha clave para el futuro de El Salvador, ya que se van a realizar elecciones presidenciales para elegir la dirección política del Gobierno que queremos la mayoría, entre un abanico de alternativas de donde escoger. Para una buena elección es importante observar lo que ha sucedido en América Latina.

En 2018, compitieron en sendas elecciones candidatos presidenciales populistas en los dos países más grandes de la región, en contiendas cuyo estigma ha sido la desilusión de cómo se ha gobernado décadas atrás. El 2019 vaticina nuevas oportunidades y riesgos en la medida que estos nuevos líderes, en México y Brasil, honren su palabra e intenten cumplir sus promesas de campaña.

En México, el presidente izquierdista, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), intentará corregir lo que él percibe como injusticias históricas, presionando por un mayor nacionalismo en la gestión de los recursos naturales y otorgando a los votantes más poder sobre los asuntos gubernamentales y las obras públicas a ejecutar.

En Brasil, el presidente Jair Bolsonaro se ha comprometido en dar a los agro-negocios y a la minería, un mayor margen de maniobra en las tierras indígenas hasta hoy vedadas y protegidas. Este cambio de política, agravado por un gasto social más estricto, provocará disturbios contra su administración y los inversores podrían verse atrapados en este conflicto.

México ha dado un giro hacia la izquierda y corre un riesgo con la agenda doméstica populista del presidente. La principal fuente de incertidumbre para las empresas extranjeras y nacionales será la política de energía en evolución de AMLO y además su impulso para permitir referendos sobre una amplia gama de temas. Durante su mandato, AMLO intentará reformar la constitución para que cualquier ciudadano, cualquier grupo de defensa o cualquier gobierno federal, estatal o local, pueda convocar un referéndum vinculante, incluso sobre temas que la ley actualmente regula. La reforma energética, el gasto social, las inversiones privadas y las medidas anticorrupción podrían terminar en una boleta electoral.

El gobierno de AMLO ve estos cambios como la corrección de una falla política histórica y permitir que el público tenga votos políticamente significativos fuera de las elecciones federales. Pero en la práctica, esta reforma tiene una buena posibilidad de provocar una incertidumbre mayor para los inversionistas. Las inversiones privadas que podrían afectar el medio ambiente o causar problemas de salud, correrían un riesgo particular.

Los votantes a nivel municipal, estatal o federal podrían detener un proyecto presuntamente perturbador (en petróleo, gas, ductos e incluso energía limpia). Grandes proyectos de transporte y de carreteras, también estarían en riesgo. Además, los inversionistas podrían enfrentar desafíos legales después de buscar financiamiento y comprometer fondos para proyectos.

En Brasil, el nuevo Gobierno planteará menos riesgos inmediatos para los inversionistas. Como presidente, Bolsonaro promoverá políticas que son mucho más amigables para los negocios, incluidos los cambios en el Mercosur que facilitarían nuevos acuerdos de libre comercio entre Brasil y el resto del mundo. Pero es probable que sus políticas sociales conduzcan a una fuerte oposición de la izquierda brasileña, que podría amenazar a la inversión extranjera, la que se expresaría en forma de protestas callejeras y disturbios locales contra las políticas gubernamentales. El mayor riesgo para la inversión vendría de la ira de la izquierda ante la percepción de que Bolsonaro erosionará las conquistas sociales logradas durante los 16 años de gobiernos del Partido de los Trabajadores.

Este nuevo año verá a dos gigantes de latinoamericanos bajo el signo del populismo, moviéndose en direcciones opuestas.

¿Qué le depara al Pulgarcito de América? Los electores debemos meditar nuestro voto el próximo 3 de febrero, votando con sabiduría.

Exministro de Economía.