Año Nuevo, lucha nueva

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02 January 2019

Hace algún tiempo, un familiar me dio una lección que siempre tengo presente. Era de madrugada. Conversábamos bajo la luz de una fogata, mientras la brisa marina soplaba suavemente, con el sonido de fondo de las olas. Todo era tranquilidad tras los intensos momentos que se viven en torno a la media noche, cuando entre algarabías y el ruido de los fuegos artificiales, la gente se disponía a dar la bienvenida al Año Nuevo.

Yo era un adolescente, aunque mis preguntas seguían teniendo ese toque de curiosidad de niño que quiere saber los porqués y se cuestiona cosas que los adultos daban por sentadas o evidentes. “¿Por qué celebramos Año Nuevo? Navidad tiene un sentido, pero no entiendo por qué hay que celebrar el final de un año y el inicio del otro”, le pregunté.

Me respondió: “El Año Nuevo nos da otra oportunidad y eso es lo que celebramos”. Entendí poco e insistí. Dijo “Año Nuevo, lucha nueva” y añadió: “Todos dicen ‘Año Nuevo, vida nueva’, pero eso es imposible; no cambiamos de la noche a la mañana, cambiar toma tiempo, más cuando pasan los años y te haces viejo, porque las malas mañas se pegan bastante”.

Con el tiempo, descubrí que la frase no era suya. Ante todo, comprendí la sabiduría que encierra y cómo muchas veces nos engañamos con el falso consuelo de que un nuevo año se avecina, como si eso marcara automáticamente un antes o después en nuestras vidas. La existencia humana, es un continuo comenzar y recomenzar, una lucha constante por ser mejores y hacer realidad nuestros propósitos. Ser conscientes de esto nos ayuda a no desanimamos con los primeros fracasos y caídas.

Comencemos poco a poco, por lo pequeño. Siempre que pienso en el valor de las cosas pequeñas, viene a mi cabeza un capítulo de El Principito.

Cuando El Principito cuenta al viajero sobre el asteroide en el que vive, le explica que parte de su rutina es arrancar las raíces de los baobabs en cuanto se les distingue de los rosales, pues si se les deja crecer podrían cubrir rápidamente el suelo y perforarlo hasta destruir el planeta.

“A veces no hay inconveniente en dejar para un poco más tarde el trabajo; pero tratándose de baobabs, el retraso es siempre fatal. Yo he conocido un planeta habitado por un perezoso que descuidó tres arbustos…”, comenta El Principito. Descuidar las cosas pequeñas puede traer consecuencias desastrosas. Por el contrario, quien es consciente de su importancia y de su valor no solamente se esmera por atender los detalles materiales, sino que, además, lo hace vida en sus comportamientos y actitudes.

Cuántas veces trazamos metas grandes en diferentes ámbitos y nos quedamos en el intento. Quizás el problema es que solo vemos el gran final y por eso creemos que el medio para alcanzarlo debe ser igualmente grande. En la mayoría de las ocasiones, nuestro avance hacia la meta se logra con pasos cortos, constancia y vencimientos diarios. Como las gotas de agua que golpean suave pero constantemente la piedra hasta erosionarla y abrirse paso, así nosotros, con pequeñas acciones y perseverancia, podemos llegar a buen término sin tirar todo por la borda.

¡Feliz 2019! Ha sido un gusto compartir estas páginas, especialmente cuando de ellas nacen conversaciones o discusiones interesantes, de las que aprendo mucho. Hasta luego.

comunicador. jgarciaoriani@gmail.com