Los salvadoreños de Long Island se preparan para el final del TPS

Las familias salvadoreñas que viven en Estados Unidos bajo el Estatus de Protección Temporal (TPS) se preparan ante un futuro incierto tras la cancelación del programa.

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Fotos/ Eileen Grench

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26 December 2018

Abigaíl Cruz, de nueve años, se mostraba nerviosa en sus tacones brillantes y vestido floreado cuidadosamente planchado. Esperaba entre 13 pequeñas concursantes con sus bandas blancas de seda en frente de una gran audiencia en la iglesia San Patricio.

La madre de Abigaíl, Blanca Villalobos, también estaba ansiosa, inclinándose hacia el escenario desde su lugar en la primera fila de sillas. Esa mañana, Villalobos había peinado el largo cabello castaño de su hija y puesto una rosa. Ahora sonreía para darle ánimo a su hija que la miraba con timidez.

Cruz y sus amigas representaban los 14 departamentos de El Salvador en el evento más esperado del año en San Patricio. Fue la celebración anual del Divino Salvador del Mundo, lo cual incluyó el concurso de belleza Miss Chiquitita. Pupusas humeaban contra el comal hirviendo y dentro de poco se apilaron sobre las mesas plásticas situadas contra la pared, al mismo tiempo que el raspar del hielo llamaba a los niños a comer minuta.

es sobre niños porque tenemos muchas familias donde ambos padres son beneficiarios del TPS”, dijo Evelyn Hernández, miembro del comité ejecutivo de la Alianza Nacional del TPS. “¿Qué le pasará a estos niños si sus papás son deportados?”.

Todavía en Peligro

En San Patricio, Elmira Valle contempló lo que podría suceder a su hija de 13 años, Lisbeth, si termina el TPS. Lisbeth recién había ofrecido a sus papas –ambos Tepesianos– una solución sorprendente: Puede simplemente entrar al sistema de acogidas temporales.

“Como madre, tengo miedo”, dijo Valle, mientras miraba a un grupo de niñas riéndose en la esquina. Valle se aterrorizó al escuchar las alegaciones de abuso en las agencias de acogida temporal donde alojaban a los niños migrantes separados de sus padres en la frontera de Estados Unidos con México.

“Si solo fuera yo, no me importaría”, dijo Valle. Pero su hija “es la única que tengo”.

Marta (su nombre ha sido cambiado por razones de seguridad), de treinta años, también asistió al concurso en Glen Cove. Ella es beneficiaria de DACA, una hija adulta de padres tepesianos y madre de tres. En el 2014, dejó EE.UU. para visitar a su familia en Santa Ana, El Salvador. Pero cuando iba a regresar a los EE.UU., se dio cuenta de que sus papeles se habían vencido. De repente, Flores se encontró separada de sus hijos y viviendo la pesadilla que todos los tepesianos temen, sin conocimiento de que nunca podría regresar.

“Me sentí terrible, ¡había tanta inseguridad!”, dijo Marta. “Mi familia me dijo que ni hablara en público porque la gente escucharía un acento”.

Después de seis meses de temor, el permiso de viajar llegó y pudo reunirse con sus niños en Long Island. Pero después, una noticia impactante le llegó de El Salvador.

“Había un niño vecino que vivía a la par”, dijo. “Le sacaron de la casa y le mataron”.

Pronto, el DJ en San Patricio llamó al público a prestar atención al frente del escenario. Una por una, cada competidora de la Miss Chiquitita desfiló entre dos palmas de papel maché hasta que llegaron todas al frente de la sala.

Al final, una niña vestida de blanco –la reina del año pasado— caminó por el pasillo para otorgar su corona a la próxima ganadora.

La ganadora fue Abigaíl Cruz.

Fue un momento de felicidad durante un tiempo muy oscuro en la vida de Abigaíl y su mamá.

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“El otro día, me preguntó por qué quieren mandarnos de regreso si no soy mala persona”, recordó Villalobos. “Me hizo reír cuando dijo: “Si viene la migra, yo los corro y nunca dejaré que te lleven”.

Antes de la incertidumbre del TPS, la familia Villalobos planeaba comprar una casa. Ahora, tienen que esperar. Hay mucha incertidumbre también alrededor del esposo de Villalobos, quien trabaja en paisajismo. ¿Qué pasará si pierde su licencia de conducir? ¿Cómo llevarán los niños a la escuela? Algo es seguro: sus hijos no irán a El Salvador.

“Algunas personas me decían que firmara un poder para que otra persona, un residente, pudiera encargarse de mis niños”, dijo Villalobos. “Pero no lo voy a hacer … Me siento que, si firmo esa carta, me estoy dando por vencida y no quiero dejarme. Quiero seguir luchando”.

 

NOTA: Este reportaje fue escrito por Eileen Grench y publicado originalmente en documentedny.com. Ha sido traducido al español por su autora para El Diario de Hoy.