En su reciente publicidad el candidato de GANA, Nayib Bukele, afirma con gran seguridad que ya ganó las elecciones porque sale con mayorías sustanciales en la mayor parte de las encuestas de opinión, como si las encuestas fueran equivalentes a las votaciones. Hay mucha gente que toma esto como una verdad incontrovertible a pesar de que hay muchas razones para pensar no solo que el candidato Bukele todavía no ha ganado las elecciones sino también que es muy probable que pierda. Tiene muchas debilidades que no se ven en las encuestas.
La razón más clara para sospechar que los otros partidos están enfrentando un tigre de papel es la tremenda debilidad que muestran él y su partido GANA en términos de gente real que los apoye. Mientras que los dos partidos grandes realizan concentraciones sustanciales en todo el territorio nacional, GANA ha realizado solo unas cuantas reuniones con escasísima audiencia, tanto así que el candidato Bukele ni ha aparecido en ellas. La manifestación que mandó a tomarse el Tribunal Supremo Electoral también era muy pequeña en comparación con las multitudes que ARENA y el FMLN mueven diariamente.
Hay otra gran debilidad en Bukele-GANA que está relacionada con la escasez de partidarios de carne y hueso —la falta de una organización territorial fuerte, que es clave para ganar elecciones aquí y en cualquier otra parte del mundo. Como el caso del referéndum del brexit en el Reino Unido demostró claramente, la organización territorial para lograr que la gente que lo apoya a uno vaya a votar es crucial para ganar elecciones. En realidad, el propósito de realizar mítines en el territorio no solo es comunicar con la gente y levantarles el entusiasmo sino, muy ?importantemente, crear acercamientos entre partidarios y entrenar los equipos de movilización de apoyo para el día de las elecciones.
Hay muchas personas que creen que ese contacto territorial es arcaico en el nuevo mundo de la conectividad, que ya no es necesario porque los líderes modernos pueden conectarse efectivamente con la gente a través de las redes sociales. Esto suena muy moderno pero tiene un problema: todavía no se ha dado una elección ganada por un líder que aparezca solo una vez por semana reproducida infinitamente en videos pasados por las redes sociales, la televisión y las radios. La gente que cree esto cita los ejemplos de Barack Obama y Donald Trump en Estados Unidos, que tuvieron campañas muy exitosas en las redes sociales. Ambos presidentes, además de tener campañas en las redes sociales, dedicaron su tiempo a fuertísimas campañas territoriales. El avión con las grandes letras Trump en sus costados, llevando al ahora presidente Trump de un lado a otro del país para realizar mítines, se convirtió en una vista diaria en las noticias durante toda la campaña. La campaña territorial de Obama, aunque no tenía un avión tan vistoso como ese, fue igualmente intensa. Estos candidatos viajando de lugar en lugar, ayudados por fuertísimas organizaciones locales de carne y hueso, fueron completamente diferentes del candidato que nunca sale, y cuando sale lo hace solo por las redes y por la televisión y el radio.
Estos y otros ejemplos muestran que aquí y en todas partes del mundo el contacto personal es esencial. Todo esto, tan necesario para ganar elecciones, no existe en Bukele-GANA.
Finalmente, hay otra cosa que hace pensar que las victorias en las encuestas están más relacionadas con la saturación de mensajes en las redes sociales que con la existencia de partidarios reales. Es el hecho que en las elecciones de alcalde contra Edwin Zamora en 2015 Bukele iba ganando por una ventaja de 21 % de los supuestos votantes en prácticamente todas las encuestas (con la excepción de la de El Diario de Hoy), una cifra que es muy similar a lo que las encuestas actuales están reportando hoy. Al llegar al día de la elección, esta ventaja se redujo a alrededor del 2 %. El error promedio de todas las encuestas fue de casi 20 %. Gran error. No de uno. De muchos encuestadores, incluyendo los que ahora dan ventajas similares a Bukele-GANA.
Bukele-GANA tienen muchas razones para influenciar estas encuestas. Hay demasiadas dudas, sin embargo, para que los votantes tengan que creerlas.
Máster en Economía
Northwestern University