Mariano: nuestra historia en el Bloom

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19 December 2018

Un equipo de médicos altamente capacitados, a quienes habíamos contactado con mi esposa por medio de sus clínicas privadas, nos llamaron un día para decirnos que necesitaban que nos reuniéramos. Faltaban tres días para la cirugía de nuestro bebé, de entonces cuatro meses, Mariano. Él necesitaba ser intervenido quirúrgicamente debido a una craneosinostosis (una sutura de su cráneo se había cerrado prematuramente). Ya habíamos reservado una sala de operaciones en un hospital privado; además, teníamos listas las bolsas de sangre y los únicos tres frascos de Factor Nueve —un costoso coagulante— que estaban disponibles en el mercado local. La cirugía iba a ser complicada y el costo anímico y económico bastante alto.

Una vez reunidos con el equipo de médicos, ellos manifestaron su preocupación debido a que Mariano tenía problemas de coagulación y podía desangrarse durante la cirugía, la cual consistiría en una incisión de oreja a oreja, para luego remover una tira de hueso de su cráneo. La preocupación de los médicos era que, debido a la especial condición de Mariano, las bolsas de sangre que teníamos fueran insuficientes, al igual que los escasos tres frascos de coagulante. Si necesitásemos más sangre, ésta tomaría algún tiempo en llegar al hospital, y si necesitásemos más coagulante, sería prácticamente imposible conseguirlo de forma inmediata en el país.

Coincidentemente, tanto el neurocirujano, la anestesióloga, el intensivista y el hematólogo, además de tener sus clínicas privadas, trabajan como médicos del Hospital Bloom (algunos de ellos, como jefes de su respectiva área). Luego de valorar el caso entre ellos, querían plantearnos la posibilidad de que Mariano fuera operado en dicho hospital, el cual cuenta con su propio banco de sangre y con un importante suministro de Factor Nueve, de superior calidad al que habíamos logrado conseguir en el mercado local.

La cirugía era de mucho riesgo y operarlo en el Hospital Bloom no parecía ser la mejor idea, debido a que el sistema nacional de salud ha sido históricamente olvidado y mal atendido por el Estado. Los médicos insistían en que, si todo iba bien, podíamos operar a Mariano en el hospital privado, pero querían que estuviéramos al tanto de los riesgos, los cuales estarían mejor controlados en el Bloom. Tomamos entonces la decisión de que la cirugía fuera en el Hospital Bloom, no sin antes agradecer la tremenda nobleza y entereza del equipo de médicos, quienes tuvieron que renunciar al ciento por ciento de los honorarios que habíamos pactado previamente, debido a que en el Bloom es prohibido cobrar a los pacientes.

A pesar de que Mariano perdió el sesenta por ciento de su sangre durante la cirugía, el Hospital Bloom tenía la suficiente cantidad de bolsas de sangre y de coagulante para mantenerlo con vida. La recuperación parecía marchar bien hasta un día antes de la fecha en que darían de alta a Mariano, cuando le diagnosticaron neumonía y “pulmón de choque”, una grave lesión pulmonar provocada posiblemente por la masiva transfusión de sangre. La condición de Mariano era muy delicada y nos confirmaron que tenía más probabilidades de fallecer. La mayor preocupación era que si Mariano no lograba respirar bien con los ventiladores disponibles en el Bloom, iba a necesitar un respirador de alta frecuencia que carece el hospital.

El costo del respirador de alta frecuencia, que, por suerte, Mariano no necesitó para salir milagrosamente de su crítica condición, tiene un precio de aproximadamente setenta y cinco mil dólares. Ese monto esta muy por debajo del millonario gasto que hemos visto en distintos Órganos del Estado en comidas gourmet, boletos, viáticos y otros excesos que pagamos con nuestros impuestos. El inmenso dolor que sentíamos con mi esposa al saber que si Mariano necesitaba ese respirador iba a fallecer, se acrecentaba con la impotencia generada por la mala asignación de prioridades en el gasto público (a veces hay escasez hasta de jeringas y estas deben ser reutilizadas).

A un poco más de un año desde la cirugía, nos mantenemos pendientes del Bloom y ayudamos siempre que podemos, en la medida de nuestra posibilidad y la de las personas que también se nos acercan para ayudar. Es mi propósito que estas líneas sirvan como un merecido y profundo agradecimiento a los médicos y al personal de enfermería que ponen su servicio para salvar la vida de nuestros niños en el Hospital Bloom, a pesar de las grandes limitantes, y como un fuerte y firme llamado a las autoridades competentes: adquieran el respirador de alta frecuencia que se necesita para salvar vidas en el Hospital Bloom.

Abogado

@Arévalo_Rengifo