De hoy al 3F, el pueblo despertará

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17 December 2018

Faltan 47 días para las elecciones presidenciales y se hace más urgente el saber cuáles son las propuestas de los candidatos a la Presidencia. En vista del poco tiempo que resta de campaña, no solo es importante escucharlas, sino el someterlas a un análisis crítico y forzar a que cada competidor explique por qué su proyecto es de mayor valor y realista que el de sus adversarios.

En los últimos meses casi todas las encuestas reflejan un clima de opiniones a favor del candidato del partido GANA. Lo sitúan al frente de las preferencias electorales; sin embargo, también éstas muestran un porcentaje altísimo de indecisos y ciudadanos indiferentes a temas políticos.

A menudo nos encontramos con personas indiferentes a temas políticos y sociales de país, pues ellas consideran que es un asunto que debe interesar solamente a los políticos. Se dice que el hombre y la mujer, como seres humanos, son susceptibles ante cualquier acción que tienda a frustrar sus anhelos, volviéndolos escépticos y, por ello, casi todas las cosas relacionadas con las responsabilidades ciudadanas, las ven con displicencia.

Esta indiferencia se considera una enfermedad sociológica que podemos considerar peligrosa cuando ataca en forma colectiva. Es como un cáncer que va destruyendo nuestra fe, a tal grado, que poco a poco se va desarrollando la semilla de la duda en todos los aspectos de la vida.

¿Cuáles son las causas que engendran la indiferencia hacia las responsabilidades políticas y sociales en las que los ciudadanos deben ejercer acción, ya sea para cumplir sus deberes o exigir sus derechos?

Un ejemplo nos puede ser útil. Cuando ha existido una dictadura social o política que ha mantenido subordinadas a las masas en una jungla en la que los más fuertes aventajan, perjudican y explotan a los más débiles, el proceso de sometimiento que podemos considerar degradante para las masas marginadas provoca un malestar que se va convirtiendo en angustia. La angustia produce seres solitarios que no confían en nadie. Estos seres solitarios se vuelven pesimistas y esconden resentimientos que permanecen pasivos, que se pueden convertir en destructivos porque las exigencias de sus necesidades los obliga, tarde o temprano, a liberarse de esa dictadura social y política que los ha mantenido en tan precaria situación. La respuesta puede ser violenta.

En lo relacionado con la política, la persona se vuelve indiferente porque solo se le toma en cuenta en las elecciones, como votante; y, para la selección de los candidatos que se supone serán los representantes del pueblo, nadie le consulta. Todo queda en manos de una argolla. Los que detentan el poder se organizan en “cofradías” y es por eso que muchos oportunistas logran colocarse y mantenerse en posiciones privilegiadas.

El pueblo está cansado de ser utilizado con discursos y canciones demagógicas. Pero no está vencido, porque es como un viejo reloj, que por años ha estado sin funcionar y al darle cuerda se le hace recuperar el tiempo perdido. Ese pueblo que ha estado aparentemente dormido es capaz de recuperar todos sus derechos que le han sido vulnerados.

Todos debemos estar dispuestos a brindar nuestro aporte para engrandecer a la Patria, sin intereses mezquinos. Impulsar la realización de una visión de país, como la fuerza que contribuye a la producción de la riqueza, que puede cambiar la situación en la que se nos ha sometido.

La ciudadanía debe cerrar filas, especialmente con los hechos inéditos que estamos viendo en El Salvador, cerrar filas para que existan los pesos y contrapesos que son fundamentales en nuestra democracia. Y no permitir que un insensato llegue al poder creyéndose dictador capaz de manosear el Estado de Derecho.

Exministro de Economía.