Ni fanático ni zombie ni despersonalizado

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14 December 2018

Me encontré un día de estos en casa de un amigo, en una reunión con otros familiares y vecinos de él. Inevitablemente se llegó en la tertulia al tema electoral.

En cierto momento sentí que dos de ellos me quisieron llevar a definirme con un partido, pero no lo hice. Entonces vinieron cierta hostilidad y aguijoneos porque no mostraba simpatías específicamente por los golondrinos. Querían que, por la fuerza, yo expresara apoyo a su causa.

Les expliqué que no quería otro Duarte o Saca o Funes que atrajera a los votantes y terminara siendo acusado de llevarse 351 millones de dólares del Estado, como ha denunciado la Fiscalía. El riesgo de que la historia se repitiera era inminente si nos dejamos llevar por apariencias y palabras endulzadas y creíamos en otro falso mesías, les comenté.

Alguien de ellos respondió: “devuelvan lo robado”…

Eludí la indirecta directa, pero les expliqué que tampoco podía identificarme con un partido cuyo origen se vincula a la corrupción de un expresidente confeso de robar más de 300 millones de dólares del Estado.

La respuesta nuevamente fue “devuelvan lo robado”…

Armándome de paciencia les dije: momento, momento ¿por qué me dice a mí “devuelvan lo robado”, cuando se sabe que su candidato tiene investigaciones abiertas por supuesta mala administración municipal y contratos desfavorables para los impuestos que pagan los ciudadanos? Y que además se dice que su partido surgió de “lo robado”…

Otro volvió a decir, como zombie, “devuelvan lo robado”.

Aunque eran una cuantas, solo vi personas ciegas, intolerantes y patológicamente obsesivas , lo cual me recordó cuando allá por 1970 muchos decían: “Con Duarte, aunque no me harte”.

Y resulta que cuando los duartistas llegaron al poder, en 1980, se recrudeció la violencia, estalló la guerra y se prolongó por 12 años más, hubo una corrupción sin precedentes y la represión y la intolerancia fueron el pan de cada día. Se llenaron tanto la boca hablando contra los militares en los años 70 para terminar aliándose con ellos y haciendo cosas peores.

Eso fue como la “tregua” entre pandillas “facilitada” por el gobierno Funes, que nos hacía creer que los homicidios habían bajado drásticamente, pero en realidad lo que hacían las maras era seguir matando y enterrar clandestinamente a las víctimas para no abultar las estadísticas. Si no, vean las cifras de muertos y desaparecidos de la época.

Ahora me convenzo de que El Salvador no puede tener más de lo mismo, demagogos que vendan cambio y entreguen populismo y miseria.

Tanto que los efemelenistas se llenaron la boca contra los 20 años de ARENA y ellos nos han dado DIEZ años de violencia, inseguridad, pandillas favorecidas con treguas facilitadas por el gobierno, territorios tomados por el hampa, corrupción y saqueos fiscales, vergonzosos apoyos a las dictaduras de Venezuela y Nicaragua, retrocesos en la economía.

Creo que El Salvador ya no aguantará cinco años más con esto y menos con un vendedor de ilusiones, al que le gusta hablar “fino” y, como Mandrake, hacer ademanes hipnóticos y generar espejismos con cuentas falsas en las redes sociales, con troles vagos y vividores de impuestos municipales.

No me impresionan los trucos y efectos para maravillar a la gente, como adornar e iluminar plazas del centro de San Salvador para que todos digan “¡wow!”, aunque alrededor todo siga siendo una jungla de violencia, caos vial y basura. La hazaña hubiera sido que en sus tres años hubiera rescatado todo el centro, con el esplendor que tenía cuando podíamos recorrerlo sin temor antes de 1980.

No milito en ningún partido ni me gusta la política salvadoreña, pero de ninguna manera quiero ser parte de los antipolíticos que caen seducidos por uno que se cree más vivo y que piensa que todos somos limitados para no ver lo que realmente es, como si fuéramos zombies y robots.

Si ese par de aguafiestas me quiso convencer de esa manera aquella noche, les agradezco porque he visto el grado de fanatismo e intolerancia que les infunde su líder y cómo los tiene dormidos. Solo hay que ver lo violentos que se mostraron al irrumpir en el Tribunal Supremo Electoral.

Recuerden, no siempre “el que tiene más galillo traga más pinol”.

Periodista.