La competencia en la campaña electoral

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12 December 2018

La competencia es el motor de mercado. Por eso en una economía de mercado es importante que los gobernantes se posicionen ante ella: abrazándola, rechazándola o modulando su incidencia.

Apostar por la competencia significa promover la libertad; que sea el consumidor quien elija cómo satisfacer sus necesidades. En las antípodas estarán los sistemas en que el Estado asume qué es lo mejor para los ciudadanos; ahí edificarán barreras para limitar las opciones del consumidor.

Así, una postura liberal abogará por más competencia en los mercados. Pero en estos tiempos ese bando cuenta con menos simpatizantes.

Con Trump en el Salón Oval el proteccionismo volvió con ímpetu. Se cerró una página de la historia en que la tendencia era abrir los mercados y volvieron los tiempos de construir muros, proteger a los empresarios y sectores que elija el Estado, y limitar las opciones de los consumidores.

El Salvador no escapa de esa tendencia. En esta campaña presidencial sería muy difícil que un candidato se manifieste en favor del liberalismo económico. Hoy eso hasta parece mala palabra.

Por ejemplo, resultaría muy arriesgado sugerir que se evalúe inyectar competencia en el mercado del agua. Anda, la empresa monopólica estatal, obtuvo en el primer semestre de 2018 el 43.72 % del total de denuncias en la Defensoría del Consumidor, y su historia está manchada de corrupción. Pero, pese a todo ello, el monopolio estatal continúa con amplio apoyo popular. Solo un candidato suicida cuestionaría ese modelo.

Son tiempos en que puede iniciarse un discurso proselitista citando a Keynes, pero no a Hayek. Y a quienes esto les disguste deben entender que así es el juego del pluralismo ideológico. Quienes priorizamos la libertad económica debemos aceptar que los vientos de hoy no nos son tan favorables. “The times they are-a changin”, diría Bob Dylan. Esto no significa, en absoluto, que debemos desistir en la defensa de las ideas que uno cree correctas; pero es importante tener en cuenta el nuevo entorno para ajustar las estrategias.

Con el mundo volviéndole la espalda a la libertad económica el efecto ineludible es que se desacelere la apuesta por la competencia como eje rector del mercado. Hoy es más atractivo pregonar la protección de la industria nacional, y el incremento de la intervención estatal en los mercados. Por eso emerge la tendencia de instrumentalizar el Derecho de Competencia para defender causas distintas a la propia competencia.

Ese giro de la historia es lo que podría explicar porqué, hasta ahora, no encontramos a ningún candidato presidencial o vicepresidencial proponiendo una defensa decisiva a favor de la competencia y del libre mercado.

Pero, aunque en este mundo resulte difícil encontrarle un lugar relevante a la competencia, puede ser que sí exista uno: La lucha contra la corrupción. Esa bandera sí es popular en estos días, y una herramienta muy efectiva en esa batalla es promover la competencia en las contrataciones públicas.

En la sentencia de inconstitucionalidad 67-2015 se citó el principio de competencia como parte de los que rigen en una licitación pública. La Sala de lo Constitucional dijo: “La licitación persigue resguardar los intereses de la administración pública, pues busca optimizar la competencia y el acceso a la contratación. Además, la presentación de varios oferentes y la selección pública del más apropiado de estos, disminuye la sospecha de connivencia entre el licitador seleccionado y la administración pública”.

Por ello, aunque los candidatos se ubiquen en posiciones ideológicas que le restan valor a la libertad económica, un mínimo que sí se les puede pedir es que nos propongan decididamente impulsar la competencia en las contrataciones públicas. Por lo menos ahí.

Abogado

@dolmedosanchez